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jueves,
28 de
diciembre de
2006 |
EDITORIAL
Los crímenes de la Triple A
La decisión judicial de declarar imprescriptibles los delitos cometidos por la banda armada que se enquistó en el gobierno en la década del 70 es saludable para la democracia argentina. Perseguir judicialmente a los responsables del terrorismo de Estado, que luego continuó con el golpe del 76, constituye una lección para las nuevas generaciones.
Los delitos cometidos durante la década del 70 por la organización terrorista que se autodenominó como Alianza Anticomunista Argentina (Triple A) no podrán prescribir. Así lo dispuso el juez federal Norberto Oyarbide, quien calificó los crímenes cometidos por ese grupo paraestatal como de lesa humanidad. El magistrado también ordenó la captura internacional de Rodolfo Eduardo Almirón, uno de sus ex jefes operativos que reside en España.
La Triple A sembró de cadáveres las calles argentinas cuando desde el mismo Estado se montó, financió y ejecutó un plan siniestro para eliminar opositores al gobierno, controlado totalmente por la derecha peronista tras el fallecimiento de Juan Domingo Perón el 1º de julio de 1974. José López Rega, personaje siniestro de aquellos años y ministro de Bienestar Social, fue el responsable de la creación de la bandas armadas, que gozaban de total impunidad y zonas liberadas a lo largo y ancho del país para cometer asesinatos.
Era el comienzo de la larga noche de los años de plomo y la gran tragedia argentina, que continuaría con el golpe militar del 24 de marzo de 1976 y la desaparición de miles y miles de argentinos.
Las mismas bandas armadas que comenzaron a secuestrar y ejecutar sumariamente, incluso con Perón en el poder, fueron empleadas luego por los grupos de tareas que formaron las Fuerzas Armadas encabezada por Jorge Rafael Videla. Fue cuando los hombres a quienes el Estado les entregó las armas para defender a la Nación escribieron su historia más vergonzoza al manchar con sangre sus uniformes, pero no precisamente para salvar a la patria.
La historia de aquellos años no debe ni puede ser olvidada, como tampoco los crímenes que cometieron la Triple A y sus sucesores. Todos los países civilizados del mundo -Alemania es un ejemplo- persiguen judicialmente a los responsables de delitos de lesa humanidad aunque hayan transcurrido muchos años. Es más, si alguno se niega a hacerlo o no está en condiciones de llevarlo a cabo, la Corte Penal Internacional puede tomar el caso e iniciar los procesos correspondientes.
La decisión judicial de declarar imprescriptibles los delitos de la Triple A y también de continuar el juzgamiento de los que violaron derechos humanos durante la última dictadura son saludables para la democracia argentina. Constituye una lección para las jóvenes generaciones. Una lección de que la Argentina nunca más tolerará bandas armadas en el poder ni militares en funciones que no sean las estrictamente castrenses.
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