Ultima marcha por Daniela

Quizá haya mucho por decir y nada por hacer... ésa es la sensación que nos queda después de participar en la última marcha para el esclarecimiento del crimen de Daniela Cintia Spárvoli, llevada a cabo el 12 de diciembre pasado. Muchos de los presentes sentimos una terrible angustia e impotencia, luego de haber luchado durante tres años y siete meses para que se llegue a la verdad, exigiéndole a la Justicia que se expida y dé respuestas a la sociedad, visto que pasaba el tiempo, las pruebas se iban diluyendo y la memoria fallando. Mientras esperábamos a la gente para comenzar con la marcha, espontáneamente hicimos una especie de memoria y balance de lo ocurrido durante todo este tiempo, con los que fueron la cara visible de las marchas, de Cañada y zona. Una de ellas empezó diciendo que durante años alquiló una casa y debido al grado de compromiso con esta causa muy “gentilmente” se la pidieron; otra, recordó cómo le hicieron un gran vacío y todo tipo de desprecios desde las aulas; otro, contó como le rompieron los vidrios de su vehículo y recibió amenazas; otros, también fueron víctimas de calumnias y difamaciones; otra de las presentes manifestó, con pesar, cómo le sacaron el plan Jefas a un familiar directo. Así, cada uno de nosotros fuimos recordando los malos momentos que sufrimos a lo largo de estos años, y cómo repercutió en nuestro hijos. Seguramente, debe ser por todo esto que los familiares de Daniela se cansa-ron de luchar. Y a esto le agregamos las enfermedades con las que tienen que lidiar. Es comprensible entonces, no debe ser nada fácil para ellos. Cuando se despidió Martha Ferreyra —mamá de Daniela— dijo imaginar a su hija en el cielo, agradeciendo a todos los que acompañaron a la familia cada mes, en las distintas marchas para pedir Justicia. En cambio, nosotros estamos convencidos de que Daniela está pidiendo por favor que no abandonemos la lucha, que todavía no hay nada resuelto y todo está más confuso que antes, que las piezas de este ajedrez no están acomodadas como parece; por el contrario, aún hay muchas sueltas todavía, y que a los jugadores ella los ve “libres como el viento” y festejando ese privilegio. Lamentablemente, Daniela no está más entre nosotros, solamente ella se llevó a la tumba los rostros de sus asesinos... Y aquellos que vieron, escucharon o se enteraron de lo que sucedió en ese momento difícilmente hablen; tal vez hayan sido “premiados” por la complicidad. Pero como supo decir en algún momento la mamá de Daniela, ya habrá Justicia Divina para ellos. En estos años se dijeron muchas cosas y se obró de distintas maneras, también mucha gente fue afectada por este crimen, sin embargo, hasta hoy, hay un signo de interrogación tan grande como la conciencia sucia de los asesinos...Habría que volver hacia atrás en la causa e investigar minuciosamente desde que se encontró el cuerpo y el tratamiento del mismo, hasta el momento de su sepultura; quizás desde ahí podamos obtener respuestas. Y no debemos dejar pasar el tiempo, que todo lo borra y lo olvida

Adriana Noemí Diez

DNI 13.448.311