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 domingo, 03 de diciembre de 2006  
Los rusos rompieron el mito de ser fríos

Después de la primera jornada, en la que los 500 hinchas alentaron al equipo argentino en el estadio Olímpico de Moscú, los simpatizantes rusos dejaron atrás su mote histórico de fríos y transformaron ayer la cancha de tenis en una verdadera caldera.

Mientras que el viernes había poco mas de 1.000 hinchas rusos en el estadio, ayer fueron cerca de 8.000 personas copaban las tribunas con cientos de banderas rojas, azules y blancas.

Los locales tuvieron una especie de jefe de la barra brava en Alexander, un ruso nacido en Moscú, quien desde una de las cabeceras comenzaba con su grito de guerra "Rusia, Rusia" y rápidamente contagiaba a todo el estadio.

Alexander estaba acompañado por tres amigos, dos de los cuales durante el transcurso del segundo set exhibieron una bandera que decía "Maradona, go home", aunque poco la pudieron mostrar porque la gente de seguridad rápidamente les ordenó que la debían retirar.

A pesar del aliento constante, los rusos siempre fueron respetuosos, pese a la paliza tenística que Safin y Tursunov le estaban dando a Nalbandian y Calleri.

Al final del encuentro, los cálidos hinchas rusos tuvieron su premio ya que Safin y Tursunov tiraron a las tribunas una decena de pelotitas para festejar un punto clave.

Después, todo volvió a la normalidad. Más allá del colorido de la famosísima Plaza Roja, el corazón de Moscú, donde siglos atrás la gente se reunía para escuchar las noticias más importantes, la vida "normal" en la sede de la final de la Davis tiene muchos grises. Los que van del blanco al negro.

En la parte turística el movimiento es incesante, pero alejarse del centro significa ver gente comiendo en pequeños puestos de comida. De parada. Y bien económico. Hay que recordar que Moscú es la cuarta ciudad más cara del mundo. Y hasta hace poco, la primera...

Muchos rasgos del comunismo siguen hoy en pie. Entrar al Kremlin y recorrer sus museos es pasar por varios filtros, detectores de metales e inspecciones de hombres de seguridad como se ven en las películas. Ellos son corpulentos, tienen una cara imperturbable y no sueltan ni un gesto de amabilidad.

Los turistas que lleguen por estos días a Moscú se quedarán con ganas de ver el teatro Bolshoi, ya que está en plena reforma.

Y un dato final que no es menor: es raro ver a la gente caminar conversando por las calles de Moscú. Es más, hasta es raro verlos reír...
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