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 miércoles, 29 de noviembre de 2006  
Procesada por instigar el crimen de su ex marido
El hombre se cruzó en la calle con su ex pareja y su hijo, de 16 años. Ella ordenó al menor que le disparara

“Ahí va, matalo, matalo”. María Marta Maidana pronunció esa frase y el destinatario de la orden fue su hijo de 16 años. La víctima fue el padre del adolescente, quien segundos después cayó fulminado de dos balazos: uno en el pecho y otro en el cuello. En base a esa secuencia, el juez de Instrucción Adolfo Prunotto Laborde dictó el procesamiento de la mujer como presunta instigadora de un homicidio calificado por el vínculo y agravado por el uso de arma de fuego.

  El caso de parricidio ocurrió la noche del 7 de enero pasado en Avellaneda y Amenábar, en la zona suroeste de la ciudad. Se trató de una ejecución prácticamente a sangre fría. El hombre asesinado se llamaba Claudio Esteban Ramírez y tenía 36 años. Ese día fue a visitar a un familiar acompañado de quien entonces era se pareja, Zenobia Obando; sus dos pequeños hijos y su hermana, Vanina Ramírez.

  De acuerdo a la reconstrucción realizada por los investigadores, Ramírez había convivido durante varios años con Maidana y juntos habían tenido un hijo que, al momento del crimen, tenía 16 años.

  Aquel 7 de enero, según se desprende del fallo, Ramírez se cruzó con Maidana y el adolescente, al que supuestamente no había visto en los últimos 10 años. Uno de los testigos que declaró en la causa contó que Ramírez no habría reconocido al chico como hijo suyo por expreso pedido de la madre, con quien prácticamente no se hablaba.

  La pesquisa no pudo avanzar para determinar fehacientemente el móvil del crimen. Una mujer, familiar del hombre muerto y del pibe homicida, declaró que el chico “iba a matar al padre por haber dejado a su madre”. Lo cierto es que, según la resolución judicial, cuando Maidana acompañada por el muchacho, se encontró con Ramírez y pronunció la frase: “Ahí va, matalo, matalo”. Entonces, el pibe sacó un revólver de pequeño calibre y disparó varias veces contra su padre.

  La víctima recibió un tiro en el pecho y otro en el cuello. Alcanzó a caminar unos metros y se metió en un pasillo de la villa, donde finalmente se desplomó. Tras el ataque, Maidana y el chico escaparon, pero un testigo los vio huir en bicicleta. A partir de entonces, madre e hijo se mantuvieron prófugos. El único dato que tenía la policía era el domicilio de Maidana en barrio Las Flores. Ese lugar fue allanado pero con resultados negativos.

Regreso y detención

  Nueve meses después, los información llegó a oídos de los pesquisas. Maidana y César habían vuelto al barrio y así fue como cayeron detenidos. El chico quedó a disposición de un juez de Menores ante quien se hizo cargo del crimen, pero intentó despegar a su mamá. A su turno, la mujer negó haber estado en el lugar del hecho. En su descargo, afirmó que en el momento del crimen estaba en su casa y que escuchó los disparos. Además, contó que unos vecinos llegaron hasta su vivienda para avisarle que su chico “estaba en problemas”.

  Al momento de valorar la prueba obtenida en la instrucción, el juez Prunotto Laborde afirmó: “La mendacidad de los dichos de la imputada, que negó haber estado en lugar, queda demostrada para este etapa, ya que los propios testigos que aportó negaron haberle ido a avisar a su domicilio que su hijo tenía problemas”.

  El magistrado sostuvo que cuando Maidana “determinó a su hijo matar al padre, sabía que el mismo portaba un arma de fuego”. Por ese motivo le aplicó al figura de instigadora de homicidio calificado por el vínculo y agravado por el uso de arma de fuego.

   El fallo de Prunotto Laborde no es definitivo y no implica sentencia firme. Se trata de una resolución provisoria, que en caso de quedar firme llevará a juicio plenario a la acusada.
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