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 miércoles, 29 de noviembre de 2006  
Viajeros del tiempo
Rosario 1900/1905

Los límites políticos que el catolicismo debe reconocer. "La Iglesia, que era la religión, quiso ser la ciencia, y llegó un día en que hizo gobierno. Comprendiendo al fin que lo quería invadir todo, se sacudió el yugo y volvió al templo"

Laboulaye


En la marcha evolutiva de la humanidad, en todos los pueblos de la antigüedad estaban reconcentrados todos los poderes en una sola persona, la cual era a la vez el jefe supremoy el sumo pontífice de la tribu, y ejercía un poder omnímodo y dictatorial. Este personaje era a la vez sacerdote, rey, juez y legislador. Esta forma de tiranía subsiste todavía en una parte de Europa, en Rusia, China, Japón y en gran número de tribus salvajes, donde el jefe está investido de todas las facultades y dispone a placer de la vida y hacienda de sus súbditos ya que su voluntad es ley suprema del Estado. En la Edad Media, la Iglesia católica también adquirió un inmenso poderío que llevó a postrar a sus pies a los monarcas y se constituyó en árbitro supremo de toda Europa levantando cadalsos y decretando la muerte de millares de individuos por supuestos delitos políticos y religiosos. Sin embargo, con el tiempo se impuso una separación entre el poder eclesiástico y el civil, porque la razón y la naturaleza quiere que estas dos cosas estén separadas y que jamás sean confundidas. Decimos esto en relación al reciente manifiesto-protesta del sumo pontífice romano, quien pretende ejercer nuevamente el poder temporal. Allí se rechaza la ingerencia de Roma en cuestiones de la Iglesia y se desconoce por completo la autoridad del nuevo rey de Italia. Esta actitud del jefe del catolicismo, considerada bajo el punto de vista de la evolución que han experimentado todas las instituciones humanas, significa una retrogradación a aquellos tiempos en que todos los poderes estaban reconcentrados en un solo individuo, lo cual entraña el despotismo más absoluto que darse pueda, puesto que una misma persona ejercía las funciones sacerdotales, ejecutivas, legislativas y judiciales.

Emponchado misterioso. En la noche del domingo un sujeto emponchado y con un sombrero de anchas alas que le ocultaba el rostro se paseaba misteriosamente por la estación Porteña, como si estuviera al acecho de alguna persona a la cual seguramente no le aguardaba nada bueno. Poco después apareció el apreciado vecino Jaime Coller, el que fue interceptado por el desconocido con palabras descomedidas. Al poco rato se oyeron dos detonaciones que atrajeron la presencia de las autoridades, pero el misterioso emponchado ya había desaparecido del lugar del hecho.

El pejerrey en Londres. Noticias enviadas desde Londres al señor Lahille, de Buenos Aires, hacen saber que ha tenido allí gran aceptación el pejerrey introducido en esa ciudad como ensayo por una persona residente en nuestro país. La prueba de ello es que se ha llegado a pagar hasta una libra esterlina por uno de esos pescados.

Investigación y realización Guillermo Zinni ©
La Capital 1900/1905



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