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 miércoles, 29 de noviembre de 2006  
El país se enfrenta al vértigo de un futuro sin su máximo líder
Cuba, entre los festejos y la incertidumbre
La isla comenzó a celebrar los 80 años de Fidel Castro, en medio de rumores sobre su reaparición en público

Esteban Israel

La Habana. - Aviones MiG21 y helicópteros surcan el cielo. Cerca de la Plaza de la Revolución, tanques y baterías antiaéreas se ponen en marcha. Se trata de uno de los últimos ensayos del desfile militar que el próximo sábado se realizará en La Habana para celebrar el cumpleaños número 80 de Fidel Castro. Sin embargo, al mismo tiempo, la enfermedad del líder comunista enfrenta a los cubanos al vértigo de un futuro sin la figura del hombre que los gobernó durante casi medio siglo.

El país lo homenajeará haciendo desfilar por primera vez en una década sus tanques soviéticos junto a 300.000 militantes por la Plaza de la Revolución. Todavía es una incógnita si Castro, que no ha aparecido en público desde que entregó el poder el 31 de julio a su hermano Raúl, mientras se recupera de una enfermedad no revelada, estará allí para ver el desfile.

Durante los últimos cuatro meses, los cubanos vieron a Fidel sólo en fotos y videos. Su cumpleaños, el 13 de agosto, fue pospuesto, y en septiembre estuvo ausente de la cumbre del Movimiento de Países No Alineados organizada en La Habana.

Raúl, un general de 75 años que ha sido su mano derecha desde el triunfo de la revolución en 1959, gobernó desde que Fidel Castro le cedió las funciones, sin desviarse un milímetro de la línea política de su hermano. "Parece que los cubanos ya aceptaron el hecho de que Fidel Castro no retornará al poder de una forma significativa", dijo Dan Erickson, un experto del centro Inter-American Dialogue en Washington. "Mucha gente estaría más sorprendida si Fidel apareciera el sábado que si estuviera ausente", comentó.

Algunos creen que el desfile militar, que recordará el 50º aniversario del desembarco de Castro al frente de un grupo de rebeldes con los que derrocó al dictador Fulgencio Batista, puede ser la última oportunidad de verlo de uniforme verde olivo.

Su salida de escena enfrentó a 11 millones de cubanos, un 70 por ciento de ellos nacidos con Castro ya en el poder, a un escenario que parecía inimaginable: el futuro sin el hombre que durante casi medio siglo decidió desde la política exterior de la isla hasta la potencia de las bombitas de luz en sus hogares.

Pero pese a los pronósticos de Washington, que auguraba el derrumbe del sistema socialista de la isla, oficialmente todo sigue normal en su ausencia. La maquinaria del Estado continúa funcionando y Raúl ha llenado el vacío dándole más protagonismo al Partido Comunista.

Los desafíos que Raúl encara al frente del gobierno no son menores: el transporte público es una pesadilla, existe un déficit de 400.000 viviendas, la corrupción es rampante y, pese a los subsidios y servicios gratuitos de educación y salud, muchos no llegan a fin de mes con un salario promedio de 350 pesos cubanos, unos 15 dólares.

Erickson, del Inter-American Dialogue, considera que Raúl, visto por algunos como un hombre pragmático y potencial reformista, ha sido cuidadoso en evitar cambios que podrían enojar a Fidel. "Una futura apertura económica es improbable mientras la política cubana permanezca en este estado de limbo", dijo el analista.

Algo que tampoco cambió es el enfrentamiento ideológico con EEUU, que aprobó este año un programa de 80 millones de dólares para apretar su cerco económico de más de cuatro décadas, con la esperanza de forzar un cambio político en Cuba.

Las últimas imágenes de Castro, algo demacrado y caminando lentamente por su habitación, tuvieron lecturas diferentes. Sus partidarios aseguran que se recupera, mientras que sus enemigos sostienen que padece un cáncer terminal y le queda poco tiempo de vida. Pero ni siquiera los más positivos se atreven a ponerle fecha a su eventual regreso al poder.

El sábado habrán pasado 129 días sin ver al mandatario en público. Observadores extranjeros dudan de que reaparecerá y dicen que Cuba está ya inmersa en un cambio "irreversible". Otros, sin embargo, creen que no resistirá la tentación de un -aunque sea último- acto estelar. (Reuters)
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