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 miércoles, 29 de noviembre de 2006  
La teoría de Sigmund Freud

Estimado Javier Travella: tu amarga interpelación dirigida al inventor del psicoanálisis es injusta y encierra un desconocimiento importante del pensamiento del maestro vienés. Se parece a la decepción sufrida por la niña ante el incumplimiento por parte del padre de darle aquello que le falta y reivindica como suyo. Freud jamás prometió nada parecido al bienestar, justicia, paz social y ¡orden! sexual. Todo lo contrario. Su célebre obra “El malestar en la cultura (o la civilización)” sostiene la imposibilidad de que el hombre encuentre el sosiego que reclamás más allá de todo cambio en las formas de organización social. La Felicidad, con mayúscula, es imposible. Por el contrario, Freud advierte que: “Frente a la magnitud de la miseria neurótica que padece el mundo y que quizá pudiera no padecer, nuestro rendimiento terapéutico es cuantitativamente insignificante”. Nunca ofreció al psicoanálisis como una “Cura para la sociedad”, como se desprende de la idealización tuya. La represión en psicoanálisis es inconsciente y no desaparece por ninguna concesión que la sociedad haga. ¡Las relaciones sexuales en sí mismas son una forma de represión!, háganse como se hagan. Y la sociedad misma resulta de exponer los fantasmas inconscientes. Por ello es difícil gobernar. Con respecto a la “sexualidad”, ésta no es sólo el acceso al “acto carnal”. Es más amplia. Pero aun cuando realizamos el acto sexual que es central en tus líneas, sabemos poco quién es el otro u otra del abrazo. Se trata siempre de una equivocación que explica la infidelidad y las diversas formas de goce sexual que citás en tu carta y que por otra parte siempre han existido, ¿sabías? No hay un “objeto” único o “natural” para la satisfacción sexual, por eso no es moralizable bajo ningún credo. La histeria enseña que el tener relaciones sexuales no aplaca la profunda insatisfacción que persiste, y que es la humana. La estructura es así. Es así el género humano, de ayer y de siempre. Esa es la neurosis incurable, en el mejor de los casos. El psicoanálisis mitiga y hace más tolerable el dolor de existir en cada uno. Sin el Padre del Cielo, sin la espada y sin la farmacología que muestra su fracaso una y otra vez, creyendo que es una falla del cerebro. Lamento redoblar tu desilusión pero la histeria es muy democrática. Detesta el conductismo en cualquiera de sus formas. Es su ética. A pesar del desbarrancamiento hacia Sodoma que te parece constatar ante lo que considerás el fracaso del psicoanálisis, con lo que implícitamente suplicás el pronto arribo (quizá para Navidad) de un ángel agitando una espada de fuego, el psicoanálisis propone conversar, a lo que te invito, recordándote que no se habla gratuitamente.

Gonzalo Garay (psiquiatra y docente de la Facultad de Psicología de la UNR)

[email protected]

N. de la R.: El lector responde así la carta de Javier Travella, publicada el sábado pasado, quien cuestiona la teoría de Sigmund Freud. “Pensaba que con toda esta liberación sexual y con tanto psicoanálisis las neurosis deberían haber desaparecido del planeta; sin embargo, nunca hubo tantos problemas emocionales como hoy”, apunta Travella.


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