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 domingo, 05 de noviembre de 2006  
A fondo. El prestigioso politólogo francés aseguró que ya no hay peligro de un retorno del poder militar a la Argentina
"Kirchner pertenece a la generación que desapareció en la dictadura"
Alain Rouquié sostuvo que es bueno que los jóvenes de los 70 estén en el poder porque era el eslabón que faltaba

Carlos Colombo / La Capital

"No hay ningún riesgo de una vuelta al poder militar porque ya no tienen poder", aseguró el politólogo francés Alain Rouquié, quien estuvo en Rosario participando de un congreso en la Facultad de Ciencia Política, donde fue distinguido con un doctorado honoris causa. En una entrevista exclusiva con La Capital, sostuvo que Kirchner pertenece a "la generación que desapareció y es bueno que esa generación tenga un representante en el poder", aunque eso "no quiere decir que sea un intento de vuelta política a los 70".

-¿Qué le interesó de Argentina para hacerla centro de sus estudios?

-Me interesó lo exótico de América latina y lo poco exótico de esa dimensión europea de Argentina, que era la extrema Europa y que podía darme las claves del extremo Occidente. Esa sigue siendo la parte más fascinante de Argentina, un país europeo que no es europeo. Sin ánimo peyorativo, hay como un laboratorio argentino y muchas cosas que pasaron aquí permiten comprender otras cosas que pasaron en otras sociedades de América latina pero también de Europa.

-¿Después 23 años de democracia ese poder militar que usted estudió desapareció como riesgo institucional?

-Sí, definitivamente. No hay ningún riesgo de una vuelta al poder militar porque ya no tienen poder. No hay servicio militar, bajaron los presupuestos y el gran pretexto de la lucha contra el comunismo ha desaparecido. Además, tras la caída del comunismo las democracias latinoamericanas se han consolidado porque la derecha al ser derrotada en las elecciones no llama a las puertas de los cuarteles como hacía antes, tal vez porque crea que no hay peligro cualquiera sea el resultado y los revolucionarios se han vuelto demócratas, ya no piensan que la lucha armada sea la mejor forma de establecer el Paraíso sobre la Tierra.

-En 2001 la gente pidió la renuncia de Fernando de la Rúa y a nadie se le ocurrió pensar en un golpe militar.

-Es evidente que ahora nadie va a pedir la vuelta de los militares porque el último episodio castrense dejó recuerdos terribles que nadie quiere volver a ver. Entonces se puede decir "que se vayan todos" pero no que vuelvan los militares.

-¿Qué opina de la reapertura de las causas contra los militares?

-Es un tema complicado, cada país lo trató de forma diferente. España eligió una democracia y dejó el episodio franquista sin tocar. Esa impunidad fue la base que permitió la construcción de una reconciliación nacional. Acá hay que reconocer el valor del presidente (Raúl) Alfonsín, que con el solo apoyo de su unción democrática abrió el proceso a los generales, después tal vez sintió que la resistencia militar era muy fuerte para tener una relación estable con las Fuerzas Armadas, que aún tenían poder. Hay que reconocer que la forma como encaró el problema de la responsabilidad y la culpabilidad de los dirigentes del Proceso fue muy valerosa y positiva y hay pocos ejemplos de un civil que sólo con los votos del pueblo se permite enjuiciar a los dictadores. Ahora, veinte años más tarde, es mucho más fácil reabrir las páginas de la dictadura porque no hay peligro ni amenaza militar, si eso permite reconciliar a Argentina con su pasado y cerrar esos episodios tremendos, está bien. Si ese es el precio que se debe pagar para que el país consolide su democracia, es muy saludable.

-Los críticos de Néstor Kirchner dicen que su gobierno busca volver a los años 70.

-No tengo elementos para decir eso, es un juicio polémico. Lo que sí puedo decir es que cuando vi llegar a la Presidencia a Kirchner, dada su edad, me dije que era el eslabón que faltaba, porque es la generación que desapareció en la tormenta de la dictadura, y es bueno que esa generación tenga un representante en el poder. Eso no quiere decir que sea un intento de vuelta política a los 70. Pero es bueno, porque le tocaba y fue la sacrificada durante la guerra sucia y algunas opciones erróneas y peligrosas de los jóvenes argentinos de aquel entonces.

-Durante diez años Carlos Menem gobernó con políticas neoliberales en nombre del peronismo. Ahora, y también en nombre de ese peronismo, Kirchner impulsa un gobierno de centroizquierda. ¿Qué lectura puede hacer?

-No estoy en condiciones de contestar porque desde hace algún tiempo cada vez que me encuentro a un argentino peronista le pregunto por qué es peronista y qué significa el peronismo hoy, y encuentro tantas respuestas como peronistas. Así que es muy difícil decir qué es el peronismo hoy o si es esa nebulosa en la que caben liberales y centroizquierdistas. Tal vez sea eso, una coalición de sensibilidades muy diferentes con un denominador común que es ese capital social que representó la integración social que hizo el general Perón en su tiempo. Creo que en este momento lo que llama la atención es que no hay oposición pero tampoco partido oficialista, tal vez estamos en un momento de recomposición de los partidos después de la tremenda sacudida de los años de dictadura y de la difícil construcción de la democracia. Lo que sería saludable es que se hiciera un esfuerzo de ambos lados de la divisoria de peronistas y no peronistas para reconstruir un sistema de partidos eficiente.

-¿Cómo analiza las sucesivas crisis y salidas económicas del país?

-Es un país extremadamente sensible a la coyuntura internacional. Un país exportador y que tiene un alto crecimiento cuando hay una demanda mundial fuerte en los rubros donde tiene ventajas comparativas y que tiene problemas cuando la coyuntura se revierte. En este momento la demanda china es muy fuerte y hay una especia de sojadependencia, en Santa Fe en particular, que puede ser peligrosa si un día los chinos deciden plantar soja en su tierra. El problema de esos altos y bajos de la economía se debe, a pesar de ser un país industrializado, a la poca diversificación del comercio exterior, y lo que temo es que la fuerte demanda china que permitió la recuperación casi milagrosa después del default limite la urgencia de la diversificación económica necesaria para tener una estabilidad económica mayor.
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Rouquié dijo que muchas cosas que pasaron en Argentina permiten comprender otras que pasaron en Europa.

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