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 domingo, 05 de noviembre de 2006  
Viajeros del tiempo

La belleza puede ser un don funesto. La belleza ejerce considerable influjo en los destinos de las mujeres. Esa influencia no se deja sentir en tal o cual circunstancia de la vida sino en toda ella. ¿Pero es bienhechora o funesta esa influencia? Claro es que una joven fea no deja de ser tan querida de sus padres como una hermosa, pero no es menos cierto que una niña que disfruta de estos dones, inspira en derredor suyo una especie de adoración general. Toda la familia la admira, su madre la contempla con orgullo y su padre la ve como en éxtasis. El resultado de ello será que la muchacha, adulada y festejada desde la infancia, se trocará en la más incorregible en el colegio, la más altanera con las amigas, la más displicente en su casa. Como es bella, obtendrá los primeros premios en el colegio, los primeros puestos en las reuniones y los primeros homenajes de amor en el mundo. Colocad al hombre de más talento frente a la joven más inteligente e instruida, pero fea, y discutirá con ella. Ponedle, en cambio, frente a una belleza universalmente aclamada, y no se permitirá la menor contradicción, aunque de aquellos hermosos labios salgan las mayores necedades. La atmósfera de adulación en que, desde que nace, vive envuelta la mujer hermosa, le impide prepararse para luchar contra los peligros de toda clase que le cercan constantemente. Las que hacen cometer más tonterías a los hombres son las que más se hallan expuestas a realizarlas por cuenta propia. De todo esto se deduce que la belleza es el don natural más funesto que la mujer puede encontrarse en la cuna.

Pensamientos decimonónicos sobre las mujeres:

  -La mujer es un manjar digno de los dioses cuando no la guisa el diablo.

  -La mujer odia a la serpiente por rivalidad de oficio.

  -Dios creó el universo y luego al hombre, pero cuando estaba el edificio concluido le faltaba la veleta, y entonces hizo a la mujer.

  -La mujer es para el hombre lápida o pedestal.

  -Entre todos los seres de la creación, los que pierden más tiempo en arreglarse son el gato, la mosca y la mujer.

  -Los salteadores de caminos, con su puñal en mano, atacando a cuantos pasan por sus regiones, hacen menos daño a la humanidad que las mujeres con sus miraditas penetrantes que son tan pródigas en brindar a todo el mundo.

  -Si queréis liberar al hombre de esta postración que lo domina empezad por encarcelar a todas las mujeres, pero cuidad de arrojar la llave bien lejos, porque sino las mismas víctimas irán en busca de sus verdugos.

  -Una mujer anarquista es algo así como una legión de hombres que profesan esas mismas ideas.

  -Paso a las mujeres, porque a pesar de todo lo que se diga ellas son las reinas de todo y de todos.



Investigación y realización Guillermo Zinni ©

Fuente: La Capital
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