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domingo,
05 de
noviembre de
2006 |
Interiores: muros globales
Jorge Besso
La manía por los muros, tapiales, murallas, cercos y demás por parte de la humanidad no es de ahora, tal vez lo sea de siempre, y sin embargo estos son tiempos en que los susodichos muros adquieren una especial actualidad, o mejor habría que decir una patética actualidad. La remanida globalidad del mundo contemporáneo, de la que los poderes se empalagan y empalagan, viene coexistiendo con la implantación de muros entre países con la función de clausurar fronteras. Es decir que en el mundo global destinado a ser un mundo supuestamente sin fronteras, o bien con fronteras más abiertas, los nuevos muros las amurallan porque las fronteras, aun con restricciones permiten el paso, en cambio los muros están destinados a impedirlo.
Como se sabe hay básicamente dos clases de muros:
Los destinados a que la gente no salga.
Los construidos para que la gente no entre.
Dentro de la primera clase estaba el muro de Berlín que dividía la ciudad antes de la caída del comunismo, muralla con propósitos de contención con relación a todos aquellos que pretendían entrar en el mundo del consumo capitalista huyendo de la arbitrariedad y precariedad ideológica, cultural y económica diseñada por la partidocracia de los partidos comunistas que rápidamente se olvidaron de Marx inspirados en Lenin y Stalin. Para más reflexiones al respecto puede verse la magnífica película Good Bay Lenin. Una espléndida ficción que muestra la realidad de un sistema imperante y, fundamentalmente, la locura humana.
Dentro de la segunda clase están los muros siglo XXI, algunos de los cuales provienen de los últimos tramos del siglo XX. Uno de los más notables es el muro de la vergüenza levantado por el Estado de Israel para impedir la circulación de palestinos. Dos perla negras del capitalismo contemporáneo: la primera a cargo del Estado de Israel (cada vez más alejado de las mejores tradiciones judías) que le compra el cemento para la construcción del muro a funcionarios, a la vez empresarios del gobierno Palestino. En la ocasión socios en la desvergüenza. Eso sí, no en forma directa sino que lo hacen vía Egipto. Segunda perla negra: durante la construcción del muro los chicos que se pasaban al lado indebido eran depositados por el ejército israelí en unos canastos dispuestos a tal efecto, y al final de la jornada eran recogidos por sus padres, tutor o encargado.
La segunda super muralla es la recientemente aprobada por el parlamento norteamericano, uno de los proyectos top del primitivo y poderoso Bush. En este caso el muro está destinado a superar la muralla de contención actual con un auténtico muro siglo XXI entre los EE.UU. y México. Un muro de última generación, muy tecno, con sensores múltiples, todos destinados a captar humanos tercermundistas provenientes de distintos países en los que de tan olvidados que los tienen ni siquiera se dignan a explotarlos.
Una voz y sobre todo una pluma capitalista, Mario Vargas Llosa, a la sazón destacadísimo escritor y tránsfuga, (los tránsfugas no son delincuentes sino los que pasan de una ideología a otra, en este caso particular los que han fugado de la izquierda juvenil a la madurez de derecha), escribe desde la capital norteamericana donde cuenta que cuenta con una criada guatemalteca que gana buenos dólares, para decirnos a todos los desinformados del mundo que en realidad el muro no se va a construir dado que es una farsa y un circo electoral destinados a recolectar votos para las próximas elecciones de noviembre en el Imperio. Se construya o no, aunque ya está aprobado por el parlamento del país más poderoso del planeta, es en sí mismo un proyecto de construir un gran muro (otro más) de la vergüenza cuyos números hablan del progreso de la barbarie y del retroceso de la civilización: 1.200 km. de extensión cruzando cuatro Estados: Arizona, Nuevo México, California y Texas con un presupuesto, en principio, de 7.000 millones de dólares.
Que semejante megaproyecto sea en realidad una suerte de circo o farsa para conseguir votos que alivien la crisis del partido del presidente en el poder, habla de que el primitivismo del presidente se propaga con respecto a seres blancos de piel y con el alma mucho más negra que la piel de los negros de todos los colores que se empecinan en perseguir y discriminar. Una perla blanca: en la revista dominical del diario El País de Madrid se puede leer una nota espeluznante sobre la actualidad del siniestro Ku Klux Klan. Los pequeños hijos de los "klansman" (así se los conoce a los hombres de la orga más monstruosa de la Norteamérica Profunda) son educados por sus padres de un modo muy pragmático y a la vez sencillo; con toda probabilidad el mejor ejemplo de avance de la barbarie: los pequeños niños blancos hijos de los "klansman" juegan con muñecos negros a los que cuelgan de los árboles.
No son estos los únicos muros aunque sean los más vergonzosos y terribles, pero no los más numerosos. Hay muchos que pasan por ser muros normales, algunos visibles, otros invisibles pero más efectivos en su separación y discriminación que los ostensibles y provocadores que suelen separar la riqueza de la pobreza. La evolución y el progreso del mundo contemporáneo han propagado una férrea división entre bolsones de pobreza por una parte, y cotos de riqueza por otra. Los bolsones de pobreza no necesitan de ningún muro protector por que allí nadie quiere entrar y de allí nadie puede salir. Los que sí necesitan murallas son los cotos de la riqueza que configuran un mundo particular dentro del mundo global, con chicos más bien blancos custodiados por expertos.
En realidad el extraño giro del mundo de estos tiempos pareciera evolucionar hacia la conformación de personas amuralladas con el menor involucramiento posible en lo político y en lo social, con el resultado creciente de personas clausuradas sin necesidad de apelar a dictaduras visibles. Con todo las clausuras siempre resultan inestables. Más todavía cuando el progreso tecnológico se transforma en un progreso en la comunicación entre la gente y los medios capaz de denunciar el horror y la posibilidad de desestabilizar cualquier perpetuación en el poder.
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