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domingo,
05 de
noviembre de
2006 |
Los estrenos bajo la lupa de Escenario
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"El juego del miedo"
Calificación: 4 estrellas. Intérpretes: T. Bell y S. Smith. Dirección: Darren Lynn Bousman. Género: terror. Salas: Monumental, Showcase y Village.
Jigsaw volvió. Y no fue ninguna sorpresa. La reincidencia es el destino del villano del cine de terror: volver una y otra vez hasta que la saga pierda todo interés. Le pasó a Jason, de "Martes 13", y a Freddy Krueger, de "Pesadilla", también claro al misterioso enmascarado de "Scream". Eso es lo mejor de las películas de terror, que recrean los temores que se esconden en las profundidades de la psiquis humana y los encarnan en personajes impiadosos, crueles y brutales que parecen caricaturas pero no siempre lo son. Basta hojear las páginas de los diarios para comprobar que la realidad pueden ser tan horrorosa como la ficción y más sangrienta. Mal que le pese a Darren Lynn Bousman, el director de la saga de "El juego del miedo", un experto en teñir de rojo la pantalla grande. Así y todo, la película es un festín para los amantes del gore, hay cuerpos mutilados, descuartizados y bañados de sangre. Y además otra vibrante actuación de Tobin Bell, como el asesino psicótico.
R.L.
"Agua"
Calificación: 3 estrellas. Intérpretes: Nicolás Matteo, Rafael Ferro, Eleonora Balcarce y Gloria Carrá. Dirección: Verónica Chen. Género: drama. Sala: Monumental.
El éxito asoma como una obsesión en el universo globalizado. Lejos de los modelos del star system, el Chino (Nicolás Mateo) y Goyo (Rafael Ferro) no buscan ser estrellas pero tampoco soportan el fracaso. Los dos son nadadores, tienen una familia que mantener en el mundo real, y buscan una salida en el mundo subacuático. Eso trató de reflejar la directora Verónica Chen, quien acertó en crear los microclimas silenciosos, apenas interrumpido por el impacto de las braceadas contra el agua, aunque exagera el recurso. Las imágenes tomadas bajo el agua son novedosas por la técnica empleada. Los diálogos escuetos, una constante en la película, parecen otorgarle más sentido a las expresiones sugeridas y a las voces que surgen desde el interior de los protagonistas. La lucha contra el tiempo y la obsesión por alcanzar objetivos es una variable que atraviesa todo el filme y a veces se escurre, como el agua.
P.S.
"Princesas"
Calificación: 3 estrellas. Intérpretes: C. Peña y M. Nevarez. Dirección: Fernando León de Aranoa. Género: drama. Salas: Monumental, Showcase y Village.
"Princesas" es un título ambiguo para la tercera película del director de "Los lunes al sol". Las dos protagonistas, dos prostitutas, llevan un tipo de vida exactamente opuesto al fasto de la realeza. Una de ellas tiene que cargar además con el peso de ser inmigrante. Las dos tienen planes para el futuro, pero la realidad se encarga de darles un golpe que las despierta del ensueño. Después no les queda nada más que el deseo. No el deseo erótico, ni mucho menos el sexual, sino el deseo intenso de restaurar su dignidad. Aranoa había mostrado en "Los lunes al sol" la prudencia con la cual es necesario abordar temas delicados. Así como en su filme anterior se refería a la desocupación, en este caso se acerca a la prostitución de manera indirecta. Aunque no evita la crudeza, en ocasiones tiende a concentrarse en una justificada pero excesiva necesidad de dignificar con la cámara a unos personajes que no lo necesitan porque ellos mismos se rescatan de su destino con sus gestos y palabras.
R.B.
"Una pareja perfecta"
Calificación: 3 estrellas. Intérpretes: Valeria Bruni Tedeschi, Bruno Todeschini, Nathalie Bouteleu y Loui Do De Lencquesaing. Dirección: Nobuhiro Suwa. Género: drama. Sala: Del Siglo.
Marie y Nicolás forman un matrimonio que viaja desde Portugal a París para concurrir a una boda de amigos y anuncia su inminente divorcio ante la sorpresa de quienes los consideran una pareja modelo. La película es la ascética crónica de un derrumbe matrimonial. Para contarla el director recurre a la utilización de la cámara fija, los planos largos y morosos, y a la creación de climas que, por momentos, sorprenden por su alto grado de realismo. La necesaria tensión dramática se apoya en el hecho de que la pareja todavía conserva un rescoldo de amor que mantiene las dudas sobre la resolución del conflicto.
El filme combina la fotografía típicamente japonesa con un ritmo cansino que puede amodorrar a algunos espectadores más acostumbrados a las urgencias de los tiempos que corren. Sin embargo el impacto emotivo se acrecienta por el recato con el que el director sitúa al espectador a una distancia prudencial de los protagonistas de la historia.
M.M.
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