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 sábado, 30 de septiembre de 2006  
Otra vez la violencia apareció en escena
Dos mil rojinegros retenidos afuera causaron los incidentes

Fueron diez minutos en los que pasó de todo en el acceso a la popular de Newell's. Y si no fuera porque los hinchas de Colón adoptaron una actitud conciliadora mientras unos pocos de la multitud leprosa arreciaban con las butacas del sector de las plateas, quizás otro hubiera sido el desenlace. Dos mil personas retenidas afuera del estadio fueron la razón de la sinrazón y el saldo de un patrullero quemado (y otros dos dados vuelta), diez heridos (dos hinchas de Newell's y ocho policías, uno de ellos con la cabeza rota aunque fuera de peligro) y cinco detenidos en otra jornada violenta en el fútbol argentino.

La minoría violenta de siempre casi consigue ese propósito, claro que esta vez fue azuzada por quienes pudieron evitar el desborde con sólo prever una mayor movilización de hinchas rojinegros a la que calcularon. Por eso inexplicablemente aparecieron dos pulmones en una popular visitante dispuesta para 4 mil personas pero que evidentemente quedó chica. Al momento de iniciarse el cotejo ya estaba colmada, mientras otros 2000 hinchas veían cómo pasaba el tiempo y todavía estaban sorteando tres interminables cacheos.

Eso generó la reacción de los de afuera, pero sobre todo el apoyo del grueso de la barra que estaba adentro, que chocó violentamente con los policías que custodiaban un ingreso y además era demasiado chico para la multitud que había llegado. Ahí se dio lo peor.

Afuera, el encontronazo fue terrible y hasta dos patrulleros fueron dados vuelta, mientras algunos se refugiaban en los Fonavis linderos cuando llegó el apoyo de la Infantería. En ese momento muchos volvieron a entrar al vestuario, forzaron la reja que separaba la popular del codo de platea visitante y empezaron a destrozar las butacas. Pese a eso, la hinchada de Colón comenzó a gritar "el que no salta es de Central", lo cual potenció a la de Newell's y también fue decisivo para que se calmen las aguas. También influyó el ingreso masivo de los que estaban afuera y la habilitación del pulmón que amplió así la capacidad de la tribuna.

"Falló el operativo", dijo el arquero de Colón, Laureano Tombolini, cuando el partido estuvo suspendido siete minutos en el primer tiempo. Quedó claro que tenía razón.
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