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domingo,
24 de
septiembre de
2006 |
[Primera persona]
La historia secreta de la contraofensiva montonera
Marcelo Larraquy, autor de "Fuimos soldados" (Alfaguara), analiza la estrategia que el grupo político llevó adelante
entre 1979 y 1980
Rodolfo Montes / La Capital
"Fuimos soldados, historia secreta de la contraofensiva montonera" es un libro periodístico osado, con guión y redacción virtuosas, y que abre sin pedir permiso una nueva época de la reflexión histórica reciente: quiénes, cómo y por qué se llevó a cabo la frustrada contraofensiva militar montonera de 1979 y 1980. Su autor, Marcelo Larraquy, se corre por primera vez -dentro del género de ensayo periodístico de los setenta- del diagnóstico y análisis del aparato estatal represivo, para centrarse en los pelotones militares montoneros. Los que fueron aniquilados casi con facilidad por los militares: los estaban esperando.
En el trabajo destaca una curiosidad: hay dos narradores. "El de la segunda parte habla desde un lugar distinto al primero, es un juego, no se conocen, ignoran lo que saben cada uno. Por eso el segundo repite, amplifica y profundiza mucho de lo dicho antes. Allí se corroboran con documentos los testimonios orales de la primera parte del libro", contó el periodista, historiador y escritor, también autor -junto a Roberto Caballero- de "Galimberti, de Perón a Susana. De Montoneros a la CIA" y de "López Rega, la biografía".
Larraquy habla con Señales de su juego narrativo en un café frente a la sede la vieja Facultad de Filosofía y Letras de UBA (microcentro porteño). Dice: "Busqué que el lector, en su cabeza, articule las dos partes del libro que funcionan autónomas. Me arriesgué en este juego porque había logrado un nivel de conocimiento importante de los hechos, por eso pude colocar a un narrador más cálido, detrás de una historia puntual, sin hundirse en el contexto histórico y político".
El libro funciona como una autopista de ingreso en la ciudad. Con velocidad, de la mano de "Lazarte", su personaje insignia, el lector se mete de cabeza en una historia que será compleja y llena de enigmas, pero que, sin embargo, en la primeras 112 páginas fluye coloquial, amigable. Atrapa. Después sí, Larraquy baja de la autopista, y se mete en la complejidad de una historia argentina impresionante, muy poco conocida por las grandes audiencias, cargada de matices. Y por su corta distancia histórica, 25 años, todavía late hundida en los silencios de muchos testigos que tienen cosas para decir, pero prefieren callar.
"Fuimos soldados" propone una hipótesis, algo así como un secreto a voces, pero nunca dicho explícitamente: un porcentaje -seguramente minoritario- de los desaparecidos fueron militantes políticos con un proyecto de acción militar contra la dictadura. Mientras que la gran mayoría de los desaparecidos no tuvieron nunca un arma de fuego en sus manos.
-¿Se trata de un planteo políticamente incorrecto?
-Hubo quienes tuvieron un compromiso militante y militar, como está expresado en el libro. Es fácil criticar a la conducción Montonera por la política militarista, equivocada. Pero detrás de la conducción, estuvieron los "soldados". Yo me paré ahí y traté de indagar cómo vivieron los "soldados" esa política militarista.
-¿Tu trabajo de algún modo incomoda a los organismos de Derechos Humanos?
-No debería incomodar. Entiendo que los organismos reclamen justicia para los desaparecidos y que no hagan distingos entre guerrilleros, artistas, curas, estudiantes o farmacéuticos. El reclamo es justo y tienen todo el derecho. Pero desde mi lugar de historiador tengo la posibilidad de reconstruir la vida y la muerte de esos militantes soldados. Lo hago con todo respeto, contando tal cual fueron las cosas.
-El eje de la discusión siempre fue dilucidar cómo se organizó y operó el terrorismo estatal. ¿"Fuimos soldados" cambia el eje y analiza a la guerrilla?
-En los 80 y los 90 todo el impulso fue develar la arquitectura del aparato represivo, los aniquiladores. En "Fuimos soldados", trato de descubrir la arquitectura militar de los Montoneros en esa última fase, la Contraofensiva. Cómo eran, qué pensaban entre el 78 y el 80 los aniquilados. Por qué decidieron arriesgar sus vidas, y luego morir, cuando en la mayoría de los casos estaban en el exilio, en libertad y con la vida a salvo. Los muertos de la Contraofensiva no fueron simpatizantes más o menos lejanos de la izquierda peronista, fueron jóvenes entrenados y quisieron volver a luchar contra la dictadura.
-¿Quiénes fueron los Montoneros de la Contraofensiva?
-En la Contraofensiva no participaron perejiles a modo de viaje iniciático latinoamericano, románticos. Fueron jóvenes que habían pasado por esa etapa romántica, se habían exiliado, pero seguían creyendo que podían dar batalla militar contra la dictadura. Visto desde el tiempo parece delirante, pero fue así, fue parte de un clima de época donde lo militar tenía valor en la política.
-El clima de época pro militarización de la izquierda tuvo alguna verosimilitud en ciertos sectores sociales entre el 69 y el 74 , pero durante la Contraofensiva ¿había aún esa sensación favorable para la guerrilla de izquierda?
-No, pero les quedó la inercia, el compromiso moral con los que cayeron, la imposibilidad de vivir con la derrota. Y además, si se iban del país y de la organización (Montoneros), ¿qué eran?, ¿desertores?, ¿chupados?, se sentían sin identidad.
-El militarismo montonero del 79 y 80 se revela en "Fuimos soldados" como un gran fallido, destinado al fracaso. Y además, desnudo de política. ¿La idea también fue mostrar los operativos mal realizados y la escasa capitalización política?
-Busqué también no quedarme sólo en la crítica a los Montoneros, que en ese final ya habían perdido todo el romanticismo poético de la lucha revolucionaria. Nunca se recuperaron de la ruptura con Perón en el 74 y de ahí nunca encontraron los tiempos políticos correctos para actuar.
Interrogantes
En el final, Larraquy trae el caso de Silvia Tolchinsky, la última montonera secuestrada como consecuencia de la Contraofensiva, cuando intenta salir del país, vía Chile. Pero sobrevivió, se casó con un ex miembro del Batallón 601 del Ejército y vive en Barcelona. Además, es el principal sostén de la causa judicial contra militares que actuaron en aquellos secuestros.
-El caso Tolchinsky mantiene interrogantes, ¿cómo lo entendés?
-Diría que es un caso de síndrome de Estocolmo, pero al revés. Quien fue parte del aparato represivo -aunque sin que se le hayan comprobado delitos-, Claudio Scagliusi, luego su marido, fue quien adquirió la visión de su pareja, y así vivieron en libertad, en España. El elemento más impresionante de esta historia es que Tolchinsky impulsa la causa -es la única sobreviviente, y quién tiene más elementos para hacerlo-, y con el avance de la causa, implica a su marido, ex militar, de algún modo convertido y colaborando con ella. Es una historia impresionante, y con final abierto.
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Fotos
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La clave. "Detrás de la condución estuvieron los soldados. Eso indago", dice Larraquy.
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