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 domingo, 24 de septiembre de 2006  
[lecturas]
Una búsqueda eterna

Carlos Roberto Morán / La Capital

Novela. Hasta que te encuentre, de John Irving. Tusquets, Barcelona, 2006, 1019 páginas, $ 88.

Se sabe: a John Irving se lo toma o se lo deja. Escribe novelas personales y muy largas y no debido a la computadora porque a lo más que ha llegado es a la máquina de escribir eléctrica. Con "Hasta que te encuentre" ha superado sus propias marcas al contar en algo más de mil páginas la historia de Jack Burns y su obsesiva búsqueda del padre ausente.

El norteamericano, autor de novelas que puntualmente luego llegan al cine (en el último tiempo "Las reglas de la vida" y "Una mujer infiel"), es fiel a sí mismo y confeso admirador de los narradores realistas del siglo XIX que ha logrado conectar con lectores "adictos", quienes no suelen cuestionar sus historias. Estas, en tanto, no siempre logran la adhesión de la crítica.

Se sabe también que cuando se trata de un relato de Irving se estará ante un mundo tan enrarecido como autosuficiente, cargado de personajes infrecuentes y en los que el humor y la sexualidad, especialmente esta última, lo matizarán otorgándole una peculiar consistencia.

De algún modo, abordando temas, personajes y situaciones poco comunes, Irving parece ingresar al mundo de Paul Auster, aunque sus propuestas difieran. Irving no cree que sus ficciones tengan que ver con lo inverosímil. Al contrario, está convencido de que esa inverosimilitud ocurre en la vida cotidiana y así lo ha expresado: "Las novelas siempre tienen que ser más verosímiles que la vida real, porque la vida real no es creíble".

"Hasta que te encuentre" está dividida en cinco partes. Allí, Jack Burns vive acontecimientos considerablemente extraños. Así, siendo un niño de sólo cuatro años, de la mano de su madre recorre el extremadamente frío norte europeo buscando a su padre, William, que al decir de su progenitora, Alicia, los ha abandonado. Alicia tiene un oficio singular: se ha especializado en tatuajes, en tanto que William es un brillante organista, de ahí que la primera niñez de Jack resulte una sucesión de visitas a ciudades heladas (Oslo, Helsinki, Estocolmo, Hamburgo), así como a poco atractivas iglesias, mientras se produce un desfile de hombres y mujeres que se someten a la tortura de las agujas que van dejando dibujos y leyendas en sus pieles.

Burns vivirá rodeado de mujeres y una de ellas, Emma Oastler, será quien se encargue de "educarlo" para la vida, incluyendo la sexualidad, aunque no habrá sexo entre ellos, sino una intensa y también enfermiza amistad. La segunda parte de la novela, refiere a la educación de Jack y al comienzo de lo que será su carrera actoral que lo terminará convirtiendo en estrella hollywoodense.

Entre la tercera y quinta parte de la novela, Irving va relatando la vida sentimental y el ascenso al estrellato de Jack, así como su alejamiento de lo que han sido los protagonistas centrales de su vida, su madre y Emma, esta última una compleja criatura que termina siendo, a nuestro entender, lo más cálido y creíble de una galería casi interminable de personajes. A Jack le costará amar, emocionarse y más que eso, comprometerse. Así se lo dirá la doctora García, una psiquiatra que lo guiará (última parte de la novela) buscando que haga pie en la vida admitiéndose a sí mismo. En esa búsqueda sabrá que aquello que le contó su madre en su niñez no ha sido precisamente la verdad mientras tendrá noticias inesperadas de una hermana desconocida y también del "objeto" de su búsqueda obsesiva.

Al protagonista de "Hasta que te encuentre" parece faltarle "carnadura", poco lo conmueve, sus relaciones sentimentales resultan efímeras e Irving no termina de encontrar la fórmula para volverlo creíble.

Norman Mailer con "El fantasma de Harlot", Thomas Pynchon con "El arco iris de la gravedad", entre otros, han sido los autores estadounidenses que superaron antes que Irving la "barrera" de las mil páginas. Se trata de un récord extraño, propio de una cultura que exige hazañas de todo tipo, incluyendo las literarias, aunque esto, ciertamente, no garantiza calidad.

La segunda intención de los escritores de ese país ha sido, de manera manifiesta o encubierta, la de escribir la Gran Novela Norteamericana, un intento nunca alcanzado, y quizá inalcanzable. Ese también parece haber sido el propósito de Irving con "Hasta que te encuentre", para lo cual ha utilizado todos los recursos disponibles que incluyen sus conocidas habilidades narrativas y los aportes confesada y marcadamente autobiográficos, entre ellos la sexualidad violentada en la niñez y su personal búsqueda del padre desconocido.

"Mis libros -ha dicho Irving- tienen una gran carga emocional, no busco el intelecto del lector". Se trata de eso y, una alternativa, de leerlo como si se estuviera ante un "mural" dickensiano, como propone Germán Gullón. O -como sugiere Rodrigo Fresán- degustar los Greatest Hits de Irving, todos aquí presentes. Puede ser, pero en esta novela la extensión no implica una calidad más cuidada y queda en deuda en cuanto a plantear una ficción más intensa.
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Irving puro. Una galería de múltiples personajes invade la novela del autor norteamericano.

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