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 domingo, 24 de septiembre de 2006  
Sobre gustos: Miguel De Marco

Miguel De Marco nació en Rosario, el 21 de abril de 1966. Es doctor en historia, investigador del Conicet y recientemente fue designado miembro de la Academia Nacional de la Historia. Sus últimos libros fueron: "Santa Fe en la transformación argentina", "La batalla por el puerto de Rosario" y "Carlos Sylvestre Begnis, gobierno y liderazgo en el desarrollo del litoral argentino". Dirige la revista "Rosario, su historia" y como periodista se desempeñó en la redacción de La Capital además de asesorar sobre contenidos históricos en distintos programas televisivos y radiales. Impulsó los festejos por los 150 años de la declaración de Rosario como ciudad, y preside la comisión por los 50 años del Monumentos a la Bandera.

-¿Qué guardas en la mesita de luz?

-Nada. Esta completamente vacía. Tengo una beba de un año y diez meses (María Emilia). Antes solía tener libros, lentes, medicamentos, lápices y lapicera, todas cosas que trato de preservar fuera de su alcance.

-¿Belgrano es el bueno de la película?

-Es aún hoy el corazón más noble de una argentina incorregible.

-Si te dieran la oportunidad, ¿cambiarías algo de la bandera? ¿Qué y por qué?

-La "celeste y blanca" es una síntesis acabada. No la modificaría y estoy completamente en desacuerdo con los proyectos de alterarla (por ejemplo, la iniciativa del diputado Lorenzo Pepe, de que fuera "azul y blanca", y que no prosperó).

-¿Qué libro le regalarías a tu peor enemigo?

-Para empezar, el que tuviera la tipografía más chica, un cuerpo 8 ó 9.

-Si manejaras la máquina del tiempo, ¿en qué momento histórico te gustaría estar presente? ¿Por qué?

-En Rosario, el 27 de Febrero de 1812. Me gustaría ver y escuchar a Belgrano. Tomar unos mates con él, sin anticiparle su suerte.

-¿Qué libro recordás haber leído cuando eras chico que se tornó imborrable?

-De mi infancia recuerdo los libros de la colección Billiken. En especial Emilio Salgari y Julio Verne. Mis padres nos obsequiaron una gran biblioteca infantil, a la sombra de "la gran biblioteca" de mi padre, que ocupaba el centro de la casa. Pero con toda seguridad puedo decirte que fue a partir de los dieciséis años cuando empecé a leer las obras que sedimentaron mi formación posterior y sobre la cual fui construyendo convicciones y principios, la mayoría de los cuales conservo resignificados con el paso del tiempo. Mis lecturas siempre se orientaron hacia todo aquello que se relacionara con la libertad social e individual o la resolución de condicionamientos históricos. Esto no lo menciono como un mérito y sí como una preferencia casi exclusiva, que por lo tanto termina siendo limitante.

-¿Con qué plato de comida agasajarías a un amor imposible?

-Soy un hombre que se casó con su amor imposible. Para cocinar con amor y que ese amor llegue a la homenajeada es necesario equilibrar dedicación, (tiempo en la preparación) y sutileza. Trato de que siempre haya un buen vino cabernet, como premio a mi trabajo, independientemente de la bebida elegida.

-¿Los héroes sólo se pueden buscar en el pasado?

-Todo tiempo y cada situación provoca actitudes heroicas. El que actúa en el modo del ser y no en el del tener es un héroe. Es un héroe el que no se cree su propia parodia. El que no se deja enfermar por su narcisismo. El que acepta el miedo y la angustia de sentirse distinto al sistema. Es un héroe el que ama y se deja amar. El que no impone nada al otro. El que acompaña y no sostiene. El laborioso. El que es leal. El que apuesta a la vida. Lo digo con total convicción. Prefiero prestar atención a este heroísmo que buscar el heroísmo en personajes de la historia.

-¿Qué acontecimiento político y/o social te marcó y por qué?

-La restauración democrática de 1983, porque la viví con mucho idealismo y esperanza.

-¿De qué te arrepentís?

-De muchísimas cosas. Por ejemplo, de no haber adquirido en la infancia una actitud deportiva, que estoy tratando de revertir en los últimos tiempos.
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