Año CXXXVII Nº 49242
La Ciudad
Política
Información Gral
El Mundo
Opinión
La Región
Policiales
Cartas de lectores



suplementos
Ovación
Escenario
Señales
Economía
Mujer
Turismo


suplementos
ediciones anteriores
Educación 23/09
Salud 20/09
Estilo 16/09
Página Solidaria 13/09
Palabras más 02/09
Autos 24/08

contacto

servicios
Institucional


 domingo, 24 de septiembre de 2006  
El cazador oculto: "Pistas para saber lo que ellos quieren"

Ricardo Luque / Escenario

Hay que estar preparado, porque si no se pueden correr riesgos innecesarios. Pero lo peor es que nadie avisa. Nadie hace el más mínimo gesto para advertir de qué viene la cosa. No es necesario poner en la puerta un cartel rojo que diga "Peligro". No es para tanto. Pero un poco de piedad no viene mal. Es cierto que la invitación no tenía nada de inocente, y que los que la aceptaron sabían en que se metían. Pero, en un caso así, dar una pista de lo que se puede encontrar es vital, porque puede evitar un mal mayor. Por eso fue triste ver cómo hombres de buena voluntad, como los que asistieron a la presentación del desfile "Pasarela Rosario", se abandonaron a su suerte con una sonrisa en los labios. Ahí se encaminó el pelotón que encandilado por las promesas de Gaby Gasparini, una mujer que conoce bien el arte de la seducción, pobló al caer la tarde el salón de Metropolitan. Todos querían lo mismo. Ezequiel Rosental, que con el pelo negro ensortijado, barba espesa y una camisa floreada parecía un exiliado cubano en Miami, se paró junto a la barra y, como quien no quiere la cosa, se tomó un café mientras exploraba el panorama. Mezclado entre los invitados, Raúl Sordoni, que despachó temprano a su socia, la siempre inquietante Paola Brussa, bebía a sorbos un noble malbec, en un esfuerzo vano por calmar su ansiedad. Más atrás, haciéndose el desentendido, se ubicó Augusto Saracco, que llegó tan temprano que estuvo tentado a ayudar a tender las mesas, pero no lo hizo, ya se sabe, las tareas domésticas no van con su estilo. Apurado, a los trompicones, llegó Juan Junco. Con la frente cubierta por unas diminutas gotitas de sudor y luciendo una campera sport azul y roja se abalanzó para saludar a Oscar Fernández Finni y, juntos, que son dinamita, tiraron una botella de vino que, en su desesperada caída, se llevó consigo un par de copas de cristal y también la tensa calma que se respiraba en la velada. "En Europa no se consigue", bromeó mordaz Marcelo Megna, en una clara alusión al reciente viaje que el animador estrella de Cablehogar realizó por el Viejo Continente. El chiste, que repite desde los 70 sin que nadie se ría, lo puso en evidencia. Lo suyo es la cocina. Está claro. Tanto como que, cuando finalmente apareció lo que todos habían ido a buscar, empezó la fiesta. Y el desfile de modelos.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


cartelera

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados