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domingo,
24 de
septiembre de
2006 |
El romance que no termina
El artista resaltó su historia de amor con la ciudad
Hay lazos que nunca se cortan, y el ejemplo que sirve para esta cita es el de Fito con Rosario. "Sentí que realmente tenía una gran historia de amor con esta ciudad. Me han dando una cantidad de amor, me han hecho sentir que formo parte de la familia de aquí, te lo digo y me conmuevo", confesó a punto de quebrarse, mientras levantaba una mano para saludar a Coki ("César") Debernardi. "Ese es mi hermano del alma", describió.
Los dos meses en los que estuvo en Rosario filmando su segunda película reforzaron estos sentimientos. Lo trataron como un hijo pródigo de la ciudad, pudo trabajar tranquilo, sortear un impasse con la foto para un fan, acompañado del saludo cariñoso, el "fuerza Fito" de siempre y el abrazo para los amigos de la vida.
"Siento que este es mi lugar, es un sentimiento muy sutil e indescriptible. Entendí de qué se trata cuando Chico Buarque hizo «Carioca», entiendo la pasión de Jobim por su lugar, y yo la tengo por mi lugar. Con los años lo he puesto de manifiesto y en este disco más que nunca", dijo el autor de "Yo vengo a ofrecer mi corazón".
Fito siguió repasando sus orígenes y su formación musical en aquella casa de Balcarce y Santa Fe: "Tuve la suerte de haber crecido en una casa de clase media donde se curtía Oscar Peterson, Sinatra, Jobim, Debussy, y después entró Charly con todos los locos estos, con Nebbia y Spinetta. Fue una libertad estética fabulosa. Hoy, una casa de clase media laburante no tiene esa música. A la hora de componer, todo eso surge y es parte de tu lenguaje y también, por qué no, de una época".
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