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 sábado, 23 de septiembre de 2006  
Reapareció el jefe de Hezbolá a 40 días del fin de la guerra
El jeque Nasrallah desafió a la ONU y aseguró que jamás se desarmarán, como ordena el organismo internacional

Beirut. - El líder de Hezbolá, el jeque musulmán Hassan Nasrallah, reapareció ayer después de permanecer escondido desde el inicio de la guerra con Israel, el 12 de julio, para rechazar las solicitudes de la comunidad internacional para el desarme del grupo extremista. "Ningún ejército del mundo nos puede desarmar", desafió. Nasrallah ratificó de este modo que su agrupación no cumplirá con la resolución 1701 de la ONU, que puso fin a la guerra y envió una fuerza de interposición al sur del Líbano. Israel ha dicho que Nasrallah es un "blanco legítimo", y de hecho el jeque permaneció oculto bajo tierra más de dos meses. Se considera que Jerusalén aprovechó la aparición de ayer de Nasrallah para recolectar información sobre sus movimientos.

El jeque shiíta y su organización debieron suspender al menos tres veces el acto finalmente cumplido ayer, que se realizó a más de 40 días del fin de la guerra. Los críticos del movimiento islámico señalan que estas postergaciones no se debieron a motivos de seguridad sino a la disconformidad de buena parte de la población libanesa con la presunta "victoria divina" que proclama Hezbolá en su guerra con Israel. El conflicto dejó una enorme devastación en Líbano y más de 1.200 muertos. El grupo shiíta prometió reconstruir el país, pero desde el fin de las hostilidades, el 14 de agosto pasado, muy poco se ha hecho en ese sentido. La reconstrucción será la verdadera prueba de Hezbolá, consideran los enemigos políticos del grupo shiíta en Líbano.

Ante la multitud reunida en el sur de Beirut el jeque dijo que su guerrilla libanesa aún cuenta "con 20.000 cohetes" luego del conflicto de 34 días con Israel. La cifra, para los analistas militares, aparece como desmesurada: se estima que antes de la guerra Hezbolá poseía unos 13 mil cohetes de diversos tipos.

"Hezbolá ha recuperado todas sus capacidades organizacionales y militares. Está mas fuerte que antes del 12 de julio", aseguró el clérigo shiíta, aludiendo al día en que el grupo entró en territorio israelí y secuestró a dos soldados israelíes, matando a otros 8, lo que motivó la respuesta militar del Estado judío. Israel estima que mató a unos 500 milicianos de élite del grupo islámico, muchos de ellos entrenados por Irán, y que esos hombres resultan difíciles de sustituir. Jerusalén también estima que destruyó el 75% del arsenal de cohetes de largo alcance de Hezbolá.


Amenazas a la fuerza de la ONU
Nasrallah amenazó además a la misión militar de la ONU, que se despliega en el sur del Líbano. "Su misión no es espiar a Hezbolá o desarmar a la resistencia", advirtió ante la multitud reunida en los suburbios shiítas que fueron bombardeados durante la guerra y que hoy siguen en ruinas. "No hay ejército en el mundo que pueda obligarnos a dejar las armas, a alejarlas de nuestro control", desafió. La resolución 1701 de la ONU, que ordenó el cese del fuego del 14 de agosto, establece que Hezbolá debe desarmarse y que en el sur del país las únicas fuerzas armadas presentes deben ser las de Naciones Unidas y el ejército regular libanés.

El líder de Hezbolá también exigió un nuevo gobierno en el Líbano y dijo que la actual coalición -que se opone a Siria y logró el año pasado que ese país retirara sus tropas de ocupación- no podrá asumir los desafíos que enfrenta el país después del enfrentamiento con Israel. "El actual gobierno es incapaz de proteger al Líbano, o de reconstruir al Líbano o de unificarlo", acusó. Hezbolá se opuso a la retirada siria y tiene en Damasco a su más firme aliado junto con Irán. De hecho, se estima que casi todo su armamento proviene de esos dos países.

La guerrilla shiíta ha declarado reiteradamente la "victoria" en un conflicto que dejó 1.200 muertos en Líbano, la mayoría civiles, y daños por entre 5 y 10 mil millones de dólares. Israel perdió 157 vidas, principalmente de soldados. Hezbolá lanzó cerca de 4.000 cohetes sobre el norte de Israel, pero no logró ni remotamente alcanzar el nivel de destrucción y letalidad de los ataques aéreos israelíes.
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La arenga del líder extremista tras un vidrio blindado.



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