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 sábado, 23 de septiembre de 2006  
La escuela ante las transformaciones económicas
Castel: "Es perverso creer que por el desempleo de los universitarios la formación no sirve"
El sociólogo francés considera necesario invertir en educación permanente

Matías Loja / La Capital

"El Estado permanece todavía como instancia de decisión política principal", advierte el sociólogo francés Robert Castel. También habla de la importancia de vincular la educación a las posibilidades de los jóvenes para insertarse en el mundo laboral. Y sin dudar declara que los que están en la situación "más precaria y desesperante" son justamente quienes no tienen un diploma de paso por la escuela.

El prestigioso pensador llegó a Rosario en el marco de la Red de Cooperación entre la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y la Universidad del Salvador (Usal), y en conmemoración del 50 aniversario de esta última. El martes pasado dictó una conferencia en el salón de actos de la Facultad de Ingeniería, ante una nutrida audiencia, compuesta fundamentalmente por docentes y estudiantes del nivel superior, quienes escucharon atentos la disertación del catedrático.

"La metamorfosis de la cuestión social", "La gestión de los riesgos", y "El orden psiquiátrico" son algunas de las obras traducidas al castellano del académico francés, muchas de las cuales son textos fundamentales en los claustros universitarios.

Es que sus aportes teóricos en el campo de la sociología, sobre todo en cuanto a la exclusión social y laboral producto de los cambios económicos y políticos globales de las últimas décadas, lo destacan como uno de los pensadores contemporáneos más importantes de su generación.

Entre otras apreciaciones, Castel considera que sin el Estado, el capitalismo actual es incapaz de resolver problemas de gravedad vinculados con la educación y la protección social.

-Ante las transformaciones económicas de las últimas décadas, ¿habría que repensar un nuevo Estado?

-El Estado permanece todavía como instancia de decisión política principal. Desgraciadamente, por otra parte no hay a nivel internacional otra autoridad que sea capaz de imponer nada, incluso a nivel de la misma Europa. Pero lo que es cierto, sin duda, es que el Estado nacional se ha visto debilitado, por lo que el problema me parece que pasa por su autoridad. Porque estamos en un mundo mucho mas móvil, atravesado por tensiones internacionales con dinámicas que se ejercen a nivel global, lo que llamamos mundialización. Entonces, habría que ver cómo el Estado, que ha sido construido en un marco nacional, puede ajustarse a esta nueva escala de problemas.

-¿Y en esta redefinición del Estado, que rol debería jugar la educación?

- En el caso de la educación, pero más que nada en el de la protección social y del derecho del trabajo, tenemos ciertamente necesidad actual de regulaciones trasnacionales. Pero me parece que sería peligroso integrar los Estados nacionales demasiado rápidamente sobre este tema. Todavía hoy se negocia con los Estados, por lo que son aún instancias inevitables.

- En la Argentina, y sobre todo en América latina, hay un número importante de jóvenes que no estudian ni trabajan. ¿Por dónde deben pasar, y por quiénes, las líneas para revertir esta situación?

-Ese es ciertamente un problema difícil. La situación muestra, en principio, justamente lo insuficiente que es la instancia meramente económica, que impacta en una fuente enorme de problemas que hoy en día atañe a los jóvenes, aunque el desempleo en masa golpea también a los adultos. Mi opinión es que la economía es incapaz hoy en día de asegurar el pleno empleo. Es decir, si dejamos jugar libremente los mecanismos económicos creamos todavía otras situaciones de falta de empleo. Por eso me parece que la manera de plantear esa situación pasaría por un cierto voluntarismo político para corregir ese disfuncionamiento del mercado que deja fuera de sus dinámicas de mercado a un número cada vez más creciente de personas.

-¿Qué implicaría el voluntarismo político?

-El voluntarismo político, si hay algo que no admite, es el funcionamiento económico tal como hoy funciona, y que produce una suerte de refuerzo que viene del Estado, por ejemplo, en resolver problemas de educación. Porque es cierto que hoy en día, habida cuenta del estado de la economía, las profesiones cambian y se les reclama a los trabajadores adaptarse a los cambios de empleo. Pero para que puedan hacer eso los trabajadores es necesario inversiones educativas del tipo de una verdadera educación permanente. Y no lo hará la empresa, aún cuando ésta pueda interesarse.

-¿Entonces considera que para brindar una mejor formación laboral es necesario invertir más en educación?

-Sí, incluso la escuela es una institución fundamental en eso. Lo que sería también necesario es que haga el esfuerzo de adaptarse y volver a desplegarse en situaciones nuevas.

-¿Y esa tarea corre por cuenta de la escuela o del Estado en general?

-De los dos. En la medida en que el problema es complicado no podemos sectorizar las cuestiones, sino que lo que es necesario sería más bien una sinergia. Por otra parte, yo creo que podemos agregar que para luchar contra la precariedad de los jóvenes, que es un tema muy grave, uno de los problemas pasa por la educación, pero también la cuestión está en el derecho al trabajo. Y es necesario que esos jóvenes, cuando ingresan al mercado de trabajo, no sean instrumentos que son desechables por la ventana, sino que se beneficien de un cierto número de garantías. Esa es la cuestión que atañe a la idea del derecho al trabajo en las condiciones actuales, como también de las funciones educativas.

-También es cierto que la precarización laboral hoy en día afecta a quienes tienen títulos universitarios...

-Esa es una cuestión importante, pero no habría que sacar un conclusión apresurada. Creo que las estadísticas muestran, en Francia y en otros lados, que cuanto menos formación tenemos, más fácilmente caemos en el desempleo. Son aquellos jóvenes sin diploma de la escuela los que se encuentran en la situación más difícil, la más precaria y desesperante. Y no hay que olvidar eso, porque sigue habiendo una correlación entre el nivel de formación y la posibilidad de obtener un trabajo, e incluso, uno interesante. Pero también es cierto, y es bastante grave, que ya no es como antes, en donde el diploma correcto daba la seguridad absoluta de encontrar un trabajo, y era la base de una promoción y de un progreso social del individuo. Por eso creo que hay que pensar esos dos elementos al mismo tiempo. A veces sacamos conclusiones de constataciones que son justas, pero que a veces llegan a una conclusión falsa, e incluso perversa, que consiste en decir que porque se ven diplomados universitarios que están en el desempleo, entonces la formación no sirve para nada. Y yo creo que eso es completamente falso.

- Y también es cierto que muchos que ingresan al sistema de trabajo desconocen sus derechos laborales.

-Allí hay una responsabilidad de la empresa, pero también de la escuela, de las instituciones de la enseñanza. Creo que antes podríamos decir que una buena formación escolar otorgaba una base bastante sólida para afrontar las situaciones profesionales futuras. No es para complacerme conmigo porque sea francés, pero por ejemplo, durante la Tercera República Francesa se había dado una instrucción general de base a una gran mayoría de los jóvenes de suerte tal que, por ejemplo, los pequeños campesinos, cuando emigraban a las ciudades, estaban todavía relativamente bien formados para adaptarse a la ciudad y a la sociedad industrial. Pero no estamos más en esa situación. Esa formación de base, que sigue siendo necesaria, se muestra hoy en día al mismo tiempo insuficiente porque estamos en un mundo mucho más móvil, en el cual hay que adaptarse a esos cambios.
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Para Castel, sin el Estado la economía es incapaz de asegurar el pleno empleo.

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