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 sábado, 23 de septiembre de 2006  
La docente cuestionada seguirá la querella contra su alumno
Dijo que nunca se sintió tan agraviada en 37 años de carrera y que no se retractará en la audiencia de conciliación

Pablo R. Procopio / La Capital

—¿Después de las repercusiones del caso, quiere que avance el proceso judicial o prefiere retractarse en la audiencia de conciliación del próximo martes?

  —Voy a seguir adelante.

Todo dicho. La respuesta de la profesora de matemática aplicada de la Escuela provincial Nº 34, ex Normal Nº 1, Ana María Degano, deja en claro que la saga que generó junto al estudiante Juan Pablo Calandria continuará. Y las querellas que le inició al joven de 18 años que cuestionó su accionar en una carta, seguirán su curso.

Para la semana próxima está prevista una audiencia de conciliación entre las partes y ante el juzgado Correccional Nº 9 a cargo de Héctor Núñez Cartelle como posibilidad de arribar a un acuerdo. Pero Degano se siente “agraviada” como nunca en “37 años de carrera docente”. Dijo que los 5 mil pesos más costas que reclama por “daño moral” se utilizarán para mejorar la escuela, donde pretende que se construya un ascensor.

La profesora que habló ayer en exclusiva con La Capital no cree que se extralimitó y que no se siguieron las disposiciones ministeriales. “Se trata de una acción privada en la que la escuela no tiene nada que ver”, argumentó.

—¿Cómo se siente?

—Este chico me trata de corrupta, de parcial, de incompetente. ¿Usted no se sentiría agraviado y con derecho a presentar una acción? Yo tomé la decisión porque un alumno presenta una nota agraviante e injuriosa, e incluso señala que no tiene ninguna prueba de lo que dice. Lo más suave que me dice es deshonesta. Lo más suave.

—Pero él escribió que existen hechos de discriminación de los que puede dar fe.

—A todos los alumnos se les toma el mismo examen que queda archivado a disposición de quien necesite una fotocopia. Me dice que yo discrimino; la imparcialidad está garantizada. Yo nunca tomo examen sola, lo hago con otras profesoras. En la evaluación de julio (inmediatamente posterior a la nota que el estudiante envió a María Carrillo, directora de la institución) éramos seis docentes de matemática. No voy a ser tan suicida, hacer cosas raras y tirar 37 años de docencia a la basura.

—Juan Pablo también refiere situaciones (inequitativas) habituales en la clase ¿Cómo era el trato?

—Dijo que yo lo maltrataba. ¿A usted le parece que si yo hiciera eso con mis alumnos ningún padre se iba a quejar?

—Un grupo de padres tomó posición y coincidió con las denuncias.

—Hay un refrán que dice que del árbol caído se hace leña.

—¿Le parece que el escrito del chico merecía una demanda y no ameritaba una reunión, un diálogo entre las partes?

—Hablé con un abogado que me dijo que la injuria está muy clara. Le mandé una carta documento (a Calandria) para que se retractara. No hubo nada por parte del chico ni de los padres. Nadie se acercó a hablar conmigo desde abril hasta ahora, y saben que me pueden encontrar en la escuela. El error de no haber charlado no fue sólo de mi parte. No sólo a mí la carta me pareció agraviante, sino al juez que recibió la demanda, porque sino la hubiera desestimado.

—¿Por qué pidió un resarcimiento económico?

—La escuela necesita una refacción, se nos está viniendo abajo. Entonces ese dinero, si Dios me concede la gracia de que me lo paguen, va a ir a donarse íntegramente a la cooperadora para que construya un ascensor. Cuando los chicos se lastiman, no pueden subir las escaleras. De esa plata no voy a tocar un solo centavo.

—¿Es consciente de que muchos alumnos reprueban su asignatura y van a rendir?

—Es una materia difícil, matemática aplicada es primer año de la facultad de Ingeniería. Pero de los 40 alumos que había el año pasado, la debe uno solo.

—En la misiva en cuestión, Juan Pablo pidió una nueva oportunidad y que se modifique la mesa examinadora.

—Eso es muy raro porque soy la única profesora que da la materia en el turno mañana y en el turno tarde. No hay otra.

—Esa posibilidad existe y está reglamentada.

—Podría ser. No conozco el reglamento.

—¿Por qué recién ahora decide romper el silencio (que hizo desde que este medio publicó el caso el jueves)?

—Porque no quiero darles pasto a las fieras. No quiero hacer declaraciones porque no busco ni fama, ni enriquecimiento, ni nada. En televisión prometieron que iban a tener a la profesora. A mí no me van a tener, no soy un objeto.

—¿Volverá a clases?

—No fui (por ayer) porque ustedes me han venido a invadir a mi casa. Tenía miedo que llegaran a la escuela y se creara una situación violenta con los chicos. Para evitar el problema gasté una falta por culpa de ustedes.

—¿Prefiere que se termine este tema con la audiencia de conciliación?

-Tengo problemas por la salud de un familiar. Me habría gustado que el alumno se hubiera retractado cuando le mandé la carta. Y ahí se terminaba la cosa. Ahora voy a seguir adelante.

Degano recordó que en España hay un refrán que dice que “cada cual habla de la feria según como le fue en ella”, y lo hizo en función de revertir las apreciaciones que en las últimas horas se conocieron sobre su desempeño didáctico. “Tengo miles de casos de chicos que me encuentran por la calle, se me acercan, me agradecen y me saludan; esos no son los que venden. Yo tengo bajo perfil y trabajo para que los alumnos aprendan, no para martirizar a nadie ni para el bronce, porque a la tiza de oro no la quiero.

-¿Podría autoevaluarse?

-No, pero cuando se conceptuaba a los profesores en la época en que pertenecíamos (los colegios Normales) a la Nación, tenía sobresaliente.


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Los estudiantes protestaron en el colegio. (gentileza Cablehogar)

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