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sábado,
19 de
agosto de
2006 |
Reciclaje: alma de galpón
Una antigua fábrica de cola vinílica en Fisherton fue transformada en una vivienda familiar. Calidez y gran espacialidad en un escenario diferente.
Las personas habitualmente corren detrás de la sensación de hogar. Y ese sentimiento lo pueden depositar en diferentes espacios, en distintos lenguajes y pueden provenir de los más diversos orígenes. Una casa nueva, una antigua reformada, un departamento, un loft o un galpón. Cualquiera de estas ofertas puede convertirse en una buena alternativa si se utiliza el ingenio. En este caso, una familia rosarina eligió para vivir una vieja fábrica de cola vinílica en Fisherton (Instacola), que era propiedad de Enrique Spangenberg, y que fue reciclada para transformarse en residencia familiar.
El principal beneficio que trajo esa decisión fue la gran espacialidad obtenida. La profesional a cargo de la obra, la arquitecta Lola Hermida, se propuso aprovechar esa amplitud y generó una apuesta dinámica y familiar combinada con mobiliario antiguo y moderno.
La vivienda posee 220 metros cuadrados cubiertos y desnuda su alma de galpón. Ese es su principal encanto. Está implantada en un terreno de 13 x 36 y está recedida más de 20 metros de la línea municipal. Eso le brinda una adorable brisa de tranquilidad que marca distancia con la polución urbana.
La planta baja está dominada por un gran living de 10 x 10 que cuenta con un hogar, enormes ventanales y una expansión hacia el jardín de invierno. También se ubica una zona de trabajo (oficina), la cocina, el comedor, una despensa y un lavadero.
En el entrepiso de madera se encuentran tres dormitorios y un baño de dimensiones generosas. La habitación más grande cuenta con un vestidor. Y en ese sector, el techo de chapa está cubierto por madera.
En el resto de la casa, la cubierta se mantuvo con su aspecto original para enfatizar los rasgos de su pasado. En el exterior, se cubrió con poliuretano expandido que actúa como efectiva aislación. En tanto, se agregó un sistema de calefacción central que colabora para climatizar el gran espacio que provoca la doble altura.
El ingreso a la casa combina la zona verde con un piso de adoquines con durmientes de ferrocarril. También se dispuso una parrilla, un horno de barro y se dejó lugar para el estacionamiento de dos autos. La entrada de la casa se articula con una discreta glorieta.
Esta vivienda es llamativa por originalidad, tamaño, por la expresividad de su implante y la calidez familiar que domina sus aires. Una puesta en escena diferente, desde su génesis.
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