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sábado,
19 de
agosto de
2006 |
Planos de complicidad
Un problema sin proyectar
Germán Ingrao y Mercedes Rodríguez
Casi sin darnos cuenta los grandes conglomerados urbanos con todas sus problemáticas han ido desplazando a importantes sectores de nuestra sociedad hacia la periferia o pueblos satélites. Gran recepción a estas masas migratorias fueron los barrios privados, que podríamos definir de muchas maneras. Como lugares bucólicos donde vivir en contacto con la naturaleza. Como una versión contemporánea de los castillos medievales, donde resguardarse de la inseguridad. Como lugares para ostentar un cierto nivel social. O como el dicho popular ya lo impuso: conventillos de lujo.
Lo cierto es que estos nuevos emprendimientos inmobiliarios no pueden por una cuestión netamente financiera otorgarnos una casa en el medio de un prado. Por esto y para que la ecuación matemática siga dando positivo, sólo pueden brindarnos lotes que apenas triplican al tradicional de 8,66. Ahora la pregunta es ¿cómo asegurar una imagen de ciudad jardín en un loteo, tan denso? La respuesta, como siempre, tan rígida como efectiva fue: reglamentación.
De este modo aseguraron lograr una imagen más o menos howardiana que garantice por lo menos el efecto visual. Pero sacrifica innumerables aspectos que subyacen a primera vista. Estas perversas reglamentaciones poseen retiros que reducen sensiblemente las medidas edificables en el lote; nos prohíben edificar muros medianeros para delimitar con los lotes linderos; no nos permiten realizar cercos altos y no restringen en absoluto la ubicación de ventanas o balcones hacia terrenos vecinos.
Todo esto sumado a la gran cantidad de proyectos objetos (de gran producción estética o no) que por desgracia los arquitectos hemos ideado en los country, quedándonos solo en la imagen de la obra como objeto sin pensar que debe estar integrada como primera medida al terreno y no implantarse solamente como un ovni posado sobre un prado.
Y sobre todo pensar que, por más que la casa aparezca exenta de medianeras, jamás lo estará de las visuales vecinas que se multiplican precisamente por esa excentricidad.
Estos factores combinados han hecho que los resultados vivenciables en los countries dejen mucho que desear, debido a que la privacidad, objetivo primordial en todo individuo, no se cumple. Tanto en el exterior como en el interior, por culpa del reglamento. Y del arquitecto.
Valgan estas líneas como reconocimiento de un verdadero problema que todavía los arquitectos no hemos podido proyectar.
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