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 sábado, 19 de agosto de 2006  
"Hace tiempo dejamos de ser una bandita que toca para los amigos"

José L. Cavazza / La Capital

"La vida es un escenario. A veces sabés qué hacer y otras no, porque hay situaciones que te sobrepasan. La semana pasada estábamos aquí en Rosario con Ciro Pertusi, de Attaque, pateando una calle y de pronto se para un chico que venía en bicicleta. Primero nos pide autógrafos y después en tres minutos nos cuenta que su vida era un quilombo, que a su casa la estaban por rematar, que sus viejos se habían separado, que su madre estaba al borde, que no tenía laburo y hasta que más de una vez había pensado suicidarse. Lo escuchamos y lo alentamos a que siga adelante... pero qué situación de mierda. La música, al menos, sirve para hablar con un pibe de estos y decirle que no todo está perdido".

Willy Tagliarini, guitarrista de Bulldog, lanzó la frase al final de la larga charla en un café del centro rosarino. Y sonó sincera. Es más, todo lo que dice suena a fórmula sencilla, práctica y, al mismo tiempo, tan cierta como que dos más dos son cuatro. Es cierto también, que no se parece en nada al ideario que desde los 70 existe sobre cómo debe comportarse un miembro de una banda de música punk.

"Creo que Bulldog es mucho más que una banda punk, es un grupo que gira por todos lados. En octubre largamos con un tour por siete ciudades de España y tres de México. Somos algo así como los albañiles del rock, porque siempre estamos construyendo algo", explicó el guitarrista del grupo que integran además Hernán "Mantu" Mantoani, en voz y guitarra; Luis "Bebe" Gindre, en batería, y Ramiro "Rata" España, en bajo, y que esta noche, a las 22, presentará su doble disco en vivo "Yo estuve ahí... nosotros también", en el Galpón 11.

-Teniendo en cuenta de que "Yo estuve ahí? nosotros también" es un álbum en vivo, ¿qué importancia tiene para la banda el ritual de tocar en vivo para su público?

-Es fundamental para nosotros. En definitiva, este disco en vivo es un pedido de los fans. Ellos fueron los primeros en querer ver esa química que hay con la banda en vivo. Nunca imaginamos que iba a terminar siendo un disco doble, con muchísimas canciones y muchos invitados. El trabajo repasa los 17 años de vida independiente de la banda, así como el crecimiento sostenido que seguimos teniendo. Este disco es como un premio a nosotros y para los seguidores de la banda.

-¿Hay algún ritual especial para la antesala del show?

-No hay nada especial. Es tratar de estar tranquilo, tomando algo, charlando los últimos detalles del show, repasar la lista de canciones. Buscar el equilibrio antes de saltar al escenario.

-¿Para Bulldog, qué es más importante, grabar discos o hacer recitales?

-Lo más importante es no dejar de movernos. Eso lo entendimos desde el minuto cero. Nacimos como banda en el 89 y en el 93 estábamos haciendo shows en La Plata, Buenos Aires, Tandil, Neuquén, por nombrar algunos lugares. Prácticamente, recorrimos todo el país. Tocamos en Usuhaia, que nos pareció el fin del mundo, un paraíso. Recuerdo que tocamos en un teatro muy chiquito donde había hecho un show Divididos. Villa Angela, Chaco, también es otro lugar al que le tenemos mucha simpatía, porque es bastante extraño, un lugar que en el mapa no es fácilmente ubicable. En septiembre vamos a girar nuevamente por todo el sur del país. El show es la gimnasia de tocar y de estar; además nuestro país es tan vasto que te permite tocar siempre en distintos lugares.

-¿Y en Rosario los músicos de rock se mueven?

-Creo que hay mucha infraestructura dormida desde hace mucho tiempo, que hace falta algún recambio y un poco más de acción. Bandas hay, productores hay, disquerías también, pero... En otros tiempos, muchas bandas tenían como techo tocar en el circuito de pubs, claro que no estaban el Dixon ni el Galpón 11... Bueno, ahí no podés dudar y tenés que darle bola a la pasión que uno tiene por lo que hace y decir "yo me mando". Y nos mandamos en el Siam Ditella del Rata, el bajista, y fuimos a tocar a un festival de Mendoza o de Buenos Aires, y al principio fue por la nafta, y está bien porque sino te quedás, y ahí sí quizá se encuentra nuestro lado punk: hazlo tú mismo, darle para adelante, pegarle una patada al sistema como hicimos el viernes pasado en Buenos Aires, que juntamos 130 kilos de alimentos en un show.

-¿Salieron bastante crudos a probar suerte afuera?

-Nosotros salimos no tan de entrada. Pero siempre tuvimos en la cabeza eso de sembrar para cosechar. Lo que está claro es que nadie te regala nada. Además tocar en Rosario te enseña mucho, porque es una ciudad donde el público de rock te da un buena prueba de dónde estás parado. Es un público exigente. Y nosotros, por suerte, dejamos hace tiempo de ser una bandita que toca para los amigos.

-Al contrario de los tiempos de la Trova Rosarina hoy parece no ser tan importante para un músico de rock irse a vivir a Buenos Aires.

-Para nosotros nunca lo fue, y eso que nos plantearon varias veces irnos a vivir a Capital. Ayer estaba en Buenos Aires, pero es un rato nomás, a la noche ya volvía a Rosario porque aquí tengo mi familia y además están las raíces. Nuestra base de operaciones, así como nuestra vida, sigue acá. Y lo de la Trova es cierto también, pero las cosas han cambiado en todos estos años.

-¿Hoy las giras son más tranquilas que cuando tenían 20 años?

-Antes éramos más desorganizados, pero a partir del 2000, que empezamos a trabajar con Maximiliano Bueno, que es nuestro manager, las cosas se ordenaron mejor, y eso que él creció a la par nuestra. No sobran manager en el rock argentino. Hoy las giras nos toma más maduros. De todos modos, nunca fuimos unos loquitos, porque siempre nos basamos en el respeto al otro y no dejamos nunca de tener los pies sobre la tierra y los ojos bien abiertos. Nunca entramos en el puterío de hablar mal de otra banda, cosa que existe en el medio. Hoy el público es más abierto. Antes si eras de la tribu del punk no podías ir a un recital heavy o viceversa o si eras ricotero o eras de Soda Stereo. No digo que no existan rivalidades, pero nosotros desde el escenario tratamos de decir que la música es una y que eso es lo que nos une. Por eso en el disco doble hay invitados de todos los palos; del rock and roll con Kapanga e Intoxicados, del palo nuestro, con Attaque y Los Violadores, con Las Manos de Filippi, que es otra historia...

-¿Después de Cromañón, estas cuestiones quedaron de lado?

-Puede ser, por las vidas perdidas... Sí, sí, creo que hay un antes y un después de Cromañón, pero convengamos también que siempre va a ver un tarado en medio de tanta gente.
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Bulldog, un grupo que supo cómo y para qué cruzar la frontera de Rosario.


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