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 sábado, 19 de agosto de 2006  
Ex soldados de Malvinas evitaron que desalojen a un compañero
Resistieron la orden en alerta y con los uniformes puestos. El martes se intentarán hallar soluciones para el ex soldado

Los ex combatientes de Malvinas pasaron la noche en Valparaíso 2164 velando por la casa de un compañero. Y cuando ayer por la mañana llegó el oficial de Justicia para ejecutar el desalojo, los encontró una vez más unidos, tensos como en las trincheras y dispuestos a poner el cuerpo. Con equipos de combate y banderas, pidieron a los cuatro vientos una solución que llegó a media mañana cuando autoridades e instituciones sumaron su solidaridad y evitaron una nueva derrota en el espíritu casi quebrado de Eduardo Benzaquen. Ya acordaron que el martes habrá una reunión en la Justicia para intentar encontrar una solución al problema.

"No tengo palabras para agradecerles a mis ex compañeros, porque no me dejaron solo", dijo el hombre en la puerta de la casa. En el año 98 y acorralado por la crisis creyó encontrar la solución en una financiera con un préstamo que no pudo seguir pagando y que cuatro años atrás lo puso al borde del desalojo. En ese momento Eduardo fue por ayuda al gobierno nacional y volvió con una promesa que lo tranquilizó.

"Aníbal Fernández (por el ministro del Interior de la Nación) me dijo que estaba todo arreglado", comentó en referencia a las gestiones realizadas ante el gobierno nacional.

Allí había acudido buscando apoyo para evitar que la deuda con la financiera se tragara a su única vivienda. Por eso la cédula de desalojo que recibió el lunes pasado lo dejó sin palabras. "Fue un baldazo de agua fría", recordó inmovilizado por la angustia y la sorpresa.

Con la cédula en la mano, Benzaquen no podía creer que el fantasma del desalojo volviera por él y por su familia. La misma casa que levantó cuando trabajaba en Somisa, de donde pensaba salir jubilado antes de que el tembladeral económico de los 90 terminara con sus sueños y lo dejara en la calle. Sin trabajo, haciendo changas y con deudas, poco tardó en buscar solución en una financiera.

Pero a pesar de todos los intentos, no pudo remontar el pesado préstamo y en el 2002 su casa quedó al filo del desalojo. Fue entonces cuando acudió al Ministerio del Interior donde le prometieron una ayuda económica que nunca se concretaría.

"En todo este tiempo yo confié", insistió el hombre, enfundando en su uniforme de campaña y con una remera con la bandera argentina. Sus compañeros ex combatientes de Malvinas pasaron con él toda la noche y lo ayudaron a encontrar una solución junto al Sindicato de Empleados Municipales al cual ahora pertenece Benzaquen.

"No tengo palabras para agradecerles a los ex combatientes", insistió, y dijo que el martes presentará una propuesta para salvar su casa en el Juzgado Nº8. "Nunca dije que no quería pagar, quiero una cuota a mi alcance, tampoco quiero que el gobierno me regale nada", aclaró. Y advirtió que de los errores "se aprende".


Una semana compleja
Para Benzaquen la semana que termina puso dos espadas sobre su cabeza. Por un lado, la angustia de no encontrar una solución posible para no perder su vivienda y, por el otro, la operación de corazón que su hija de 20 años debe afrontar el miércoles próximo. Para la cirugía recibió ayuda de Pami. "Quiero agradecer a Graciela Ocaña porque nos facilitó un dispositivo que se necesita en la operación y que cuesta 15 mil pesos, que no teníamos", relató.

Eduardo vive en el lugar con su esposa, tres hijas y su suegra, a quienes trató de proteger del drama. "En menos de una semana tuve que vivir dos problemas muy graves", dijo el hombre, que trabaja como administrativo en el Hospital Carrasco y que en 1982 combatió en la Guerra de Malvinas en Puerto Argentino, donde fue testigo del dolor y de la muerte. "Hoy sentí un apoyo infinito de toda la gente de Rosario, del gobierno de Santa Fe y de la Intendencia, a todos los sentí conmigo", enfatizó.
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