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 sábado, 19 de agosto de 2006  
Amigos ausentes de la Vigil

La obra de la Biblioteca C. C. Vigil ha sido analizada en profundidad por distintos especialistas en educación y cultura. En esta ocasión me interesa rescatar otros aspectos en que se destacó la institución como la libertad de acción, el respeto a todas las ideologías, el derecho a debatir y el estímulo a la participación que se transmitía en sus ámbitos. Ingresé a los cursos de expresión infantil en el año 1963, pero la experiencia más rica fue a partir de 1970 en el Instituto Secundario, que aparte de lo que ello suponía servía de trampolín para incursionar en otras actividades que se desarrollaban: biblioteca central, astronomía, deportes, sociales, esparcimiento, cursos, becas, etcétera. Esto implicaba compartir mucho tiempo con otros jóvenes, principales destinatarios del trabajo de la Vigil. Eran años de compromiso y militancia. El intercambio de ideas, debates y polémicas eran permanentes, con un respeto absoluto por la diversidad de opinión. Se organizó la subcomisión juvenil y en el instituto secundario se formó el centro de estudiantes. Paralelamente un alto porcentaje de jóvenes habían encontrado espacios en agrupaciones juveniles y ramas secundarias de distintos partidos políticos, se tenía plena conciencia del protagonismo que se tendría en el futuro. Lamentablemente como es conocido, el golpe de 1976 truncó estas expectativas. Tres hechos conmocionantes se produjeron en un corto lapso de tiempo contra los mejores exponentes de militancia, compromiso y solidaridad. El 5 de agosto de 1976 es secuestrado en su casa de Necochea y Gaboto José Alba, dignísimo ejemplo de lucha y coherencia, miembro de la Comisión Juvenil de Vigil. Tenía 21 años, permanece desaparecido. Al poco tiempo es fusilado en su casa de Garay y Alem, "Quico" Moyano. Fue a la tarde en un día hábil, muchos recuerdan los estampidos de las balas que lo mataron. Sólo tenía 17 años y todos los sueños de que una sociedad más justa era necesaria y posible. En Dean Funes casi Colón vivía Alberto Cantón, 19 años, compañero de curso y de voley en Vigil. Tipo lleno de humor, había perfeccionado la imitación de Fidel Pintos en la mesa del bar. Enamorado de Spineta, Hendrix, Santana y de la UES. Sobreviviente del servicio de informaciones o "El Pozo", durante mucho tiempo desaparecido, posteriormente a disposición del Poder Ejecutivo en Coronda y finalmente el exilio en España. En el resto el miedo y el desbande fue total, se desarticuló todo, mucho más después de la intervención y la detención de varios directivos de la Biblioteca. Era imposible encontrar a alguien en la esquina o en la emblemática Balandra. El terrorismo de Estado había funcionado a pleno. Hoy, a casi 30 años de estos lamentables hechos, es necesario recordar y homenajear a estos tres jóvenes y la mejor manera de hacerlo es precisamente militando en la misma búsqueda de una sociedad más justa y solidaria. Desde donde se pueda: una vecinal, una biblioteca, un centro cultural, una asamblea, un club o donde sea. Lo importante va a ser mantener vigente la lucha que ellos llevaron adelante y de paso confirmar que todavía nos queda mucho de juventud y de rebeldía en nuestro interior.

Fernando Junco (integrante de la Asamblea de Socios por la Recuperación de la Biblioteca Vigil)


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