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 domingo, 13 de agosto de 2006  
Reflexiones
¿Será justicia?

Carlos Duclós / La Capital

Agobiado el ser humano y con frecuencia afligido por las circunstancias sociales, su carga y su aflicción se hace más notoria, más aguda, cuando la justicia se ausenta. Ya el autor del Eclesiastés decía: “Aun he visto más bajo el sol: que en el lugar del derecho, está la impiedad, y en el lugar de la justicia, está la iniquidad”. Pero cuando la justicia se ausenta por causa de los hombres, de los magistrados y funcionarios que tienen a su cargo poner orden, corregir lo que está mal a través del derecho; es decir, cuando no se hace justicia en el mismo corazón de la justicia, entonces no sólo hay carga y pena en el alma humana, sino también desesperanza, temor e incertidumbre porque cualquier cosa puede suceder.

  En este país, desafortunadamente, no siempre el “último refugio temporal” del que dispone el ciudadano (el Poder Judicial) funcionó adecuadamente. Y aclárese que no por culpa de la institución y de todos sus hombres, sino por responsabilidad de algunos que, manchándose a sí mismos con conductas alarmantes, salpicaron al Poder Judicial arrastrando a aquellos que se afanaron siempre por la justicia y el buen latido de su corazón. Por otra parte, si un acto de injusticia debe achacársele a buena parte de la sociedad argentina es no haber separado la paja del trigo.

  En una sociedad signada por un Poder Judicial cuya imagen se dañó por cuanto algunos de sus hombres no siempre supieron satisfacer la necesidad de los justiciables, es menester, una vez más, rescatar a la institución santafesina. Sin embargo, ello no significa manifestar que en este Poder Judicial no se cometen errores, no hay posturas equivocadas y que lejos de hacerse justicia a veces se incurra en verdadera denegación de la misma. ¿Las razones de estos errores? Muchas, pero no se puede dejar de recordar que los magistrados son seres humanos y por lo tanto falibles. Hecha la introducción reflexiónese sobre dos temas.

  Todos saben que la Corte de la Nación acaba de declarar nulo todo lo actuado por la Cámara Penal de Venado Tuerto en el sonado caso del ex juez Carlos Fraticelli y su esposa Graciela Dieser. El más alto tribunal de la Nación, sin ir muy lejos en la causa, sin ahondar en otras cuestiones que en opinión de quien esto escribe son aberraciones investigativas y procesales, dijo que la Cámara prejuzgó y por lo tanto todo lo hecho carece de valor declarándolo nulo. ¿Por qué prejuzgó el tribunal venadense? Porque en un primer momento se ocupó de la causa luego del procesamiento de los acusados y porque volvió a hacerlo luego de dictada la sentencia de primera instancia. Para ser más claros: la misma Cámara que confirmó el procesamiento luego confirmó la sentencia o dicho de otro modo: revisó el proceso, revisó la sentencia, revisó todo. ¿Hay algo más injusto que eso? Sí, podría haberlo y se verá más adelante que cosa es.

  Antes de proseguir dígase brevemente que en opinión de quien esto escribe (y por haber seguido durante mucho tiempo este caso) la investigación realizada adolece de serios errores y contradicciones: El médico que hizo la autopsia aseguró que Natalia fue estrangulada con presión manual de varios minutos sobre el cuello, pero no se detectaron marcas y nadie después confirmó precisamente esta causa como la de la muerte. Sin embargo, toda la investigación se orientó teniendo como base este dato. El reconocido médico legista Ulises Cardozo jamás estuvo de acuerdo con la tesis del estrangulamiento y los forenses de la Corte hablaron de otra cosa. A Ulises Cardozo, recuérdese, por pensar distinto se le prohibió hablar. Otras cuestiones: se dijo que la chica había sido obligada a ingerir cápsulas contra la enfermedad que padecía, lo que técnicamente es imposible; participó en la autopsia personal que no pertenecía al Poder Judicial; no se le permitió a la defensa presentar pruebas (un hecho grave); algunos jueces de cámara incluso adelantaron opinión, antes de la condena, por un canal de televisión (hecho suficiente para que se apartaran de la causa, pero no lo hicieron) y a tanto llegaron las cosas que la madre de Natalia, al cumplirse un nuevo aniversario de su muerte, solicitó permiso para ir custodiada por la policía a una misa en memoria de su hija y los jueces se lo negaron (la iglesia queda a 30 metros del penal donde está alojada). De paso, estimado lector: ¿Cree usted que un homicida pide una misa para su víctima? ¿Es extraño verdad?

  Pero la historia, según parece, no termina. Ahora que la Corte de la Nación ha declarado nulo todo lo hecho y cuando sin ninguna duda corresponde la libertad de Fraticelli y Dieser porque han pasado seis años sin sentencia firme, pero sobre todo porque están presos por homicidio, pero en realidad todavía no se sabe con certeza cuales son la causa de la muerte de Natalia (¡asombroso verdad!), hay quienes advierten algunas conductas preocupantes por parte del Poder Judicial del departamento General López. Ha comenzado a circular el rumor de que, mediante declaraciones públicas hechas en la sureña ciudad de Venado Tuerto, se procura persuadir a los conjueces que deberán intervenir ahora en la causa para que sigan la línea argumental condenatoria.

  Con toda seguridad son apenas rumores y aun cuando los ecos de estos rumores suenan en altos niveles del Poder Judicial, es dable pensar que no tienen nada que ver con la verdad. De otro modo, se estaría en presencia de otro escándalo que dejaría a todo el Poder Judicial santafesino muy, pero muy mal parado. Los conjueces deben fallar con absoluta libertad de conciencia y así seguramente se hará, porque lo que se juzga aquí no es el honor de quienes anteriormente intervinieron en esta causa, sino el destino de dos seres humanos. En pos de la justicia, sería bueno que los funcionarios y magistrados de Venado Tuerto fueran, además, prudentes a la hora de hablar.

Presos que piden

  Sin duda alguna el problema carcelario es una lamentable realidad argentina. Es cierto que las condiciones de detención son muchas veces poco dignas y en nada ayudan para que se cumpla el precepto de readaptación. Sin embargo, la sociedad argentina ha comprobado una y otra vez como a veces los excesos en los beneficios han servido a los delincuentes para tener a maltraer a la sociedad: las crónicas hablan con frecuencia de presos que salían para delinquir. Pero esto es al margen, claro, lo que importa aquí es otra cosa. Por estos días algunos detenidos de la cárcel de Rosario iniciaron una huelga de hambre reclamando salidas transitorias, la ampliación del horario de salidas y la modificación del régimen de salidas bajo palabra. La noticia expresa que “además piden que sus familiares no los tengan que ir a buscar al penal, ya que —teniendo en cuenta que algunas de estas personas no se domicilian en la ciudad— les implica un gasto innecesario para sus familias, que se ven obligadas a viajar”. En esta reflexión de hoy no se considerará sobre la conveniencia o no de conceder estos beneficios, ni sobre la justicia del reclamo de los detenidos. Pero sí es menester decir que a partir de estos reclamos se hizo llegar una nota a la presidenta de la Cámara de Apelaciones en lo Penal, Elena Ramón (lo extraño es que no se agotara primero la vía de la primera instancia). En esta nota enviada a la Cámara, se cuestionaría el accionar del juez de Ejecución Penal, Efraím Ariel Lurá. No es del caso, tampoco, considerar el contenido de la nota en cuestión, ni sus argumentos, pero sí expresar que, según las informaciones que han trascendido, hay jueces que habrían procurado curan remitir la nota a la Corte Suprema de Justicia o propulsar medidas contra el magistrado. La verdad es que todo suena más a una interna judicial que otra cosa. No parecen justas actitudes de esta naturaleza si se tiene en cuenta que Lurá no tiene casos atrasados y que hay orden en el sistema en cuanto a lo que de él dependa. Especialmente no parece justo cuando el propio Lurá, hace unos meses atrás, radicó una denuncia ante la Corte que no es del caso considerar en esta oportunidad.

  Por otra parte, la Dirección del Servicio Penitenciario de la provincia, a cargo de Fernando Rosúa, ha realizado un adecuado trabajo, en la medida que esto es posible en este país, en los institutos santafesinos y el juez de Ejecución Penal de Rosario ha acompañado esta tarea de una manera apropiada, como que no se conocen episodios graves en Rosario como los que afectan a otros penales del país. La medida implementada por este juez, al obligar que los reclusos salgan con sus familiares, no responde sino al hecho de responsabilizar a la familia para que el detenido regrese al penal y no se fugue para reincidir en la actividad delictiva ¿Se puede cuestionar esto?

  Ojalá que cuestiones de entrecasa no superen al sublime propósito de hacer justicia, porque si algo caracteriza a la Cámara Penal de Rosario, más allá de las divergencias ideológicas de sus componentes, es el talento y la bonhomía. “La obra de la justicia será paz —dice Isaías—, y el servicio de la justicia, tranquilidad y confianza para siempre”. Es lo que quiere el ciudadano.

  Finalmente, y para concluir, que los conjueces en Venado Tuerto hagan justicia y será justicia.
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