Estética: cuidar la piel desde adentro

La piel es el principal indicador de la edad; la de un bebé, por ejemplo, es suave y delicada. A medida que envejece, también lo hacen otros órganos y tejidos. Las células de sostén como el colágeno y la elastina, son estructuras proteicas en su mayoría complejas, formadas por aminoácidos esenciales para producir y sostener los tejidos. Dichas estructuras suelen ir disminuyendo con el paso de los años. Además, los radicales libres debilitan y destruyen los tejidos conectivos.

A medida que estas estructuras comienzan a desarmarse, se forman líneas y arrugas, la piel se torna más delgada, retiene menos la humedad y va perdiendo elasticidad. La apariencia fresca va alterándose con el paso del tiempo.

Históricamente, las mujeres han hecho todo lo posible para preservar la suavidad de la piel. Los productos existentes de uso tópico apenas han apuntado, en el mejor de los casos, a la protección superficial. El mejor método es tratar la piel de adentro hacia afuera. La epidermis es la capa externa, una delgada película de células estrechamente compactadas que actúan como barrera impermeable para protegernos del exterior, y constituye el primer nivel de protección contra las sustancias extrañas.

La dermis es un tejido conectivo que tiene fibras elásticas llamadas colágeno. Esta capa es la que determina la elasticidad y a medida que el tiempo transcurre es donde se evidencia los efectos del envejecimiento. La hipodermis, tejido subcutáneo, es la capa más profunda y está constituida por células grasas.

Un nuevo concepto es nutrirla de adentro hacia afuera. De esta manera, se logra contrarrestar y retardar el natural proceso de envejecimiento de la piel y del cabello, reparándolos del daño causado por diversos factores.

Un estudio clínico ha demostrado que algunos suplementos de la dieta mejoran el grosor de la piel, la elasticidad, el color y la suavidad, al mismo tiempo que reducen las arrugas y líneas finas.

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