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domingo,
13 de
agosto de
2006 |
Pertenecer a
la especie humana
Por las leyes de la naturaleza, los seres humanos pueden ser blancos, negros, amarillos, o bien judíos, cristianos, musulmanes, ateos, agnósticos o creyentes. Ninguna de estas condiciones determinan preminencia de los unos sobre los otros, por cuanto lo realmente valedero es el de pertenecer todos a la especie humana. Basta con el cuento de que existen razas, y que las hay superiores e inferiores. Existe una sola raza; la humana. Basta de decir que algunos son más inteligentes que otros por pertenecer a alguna de ellas. Cuando varias generaciones transcurren sin marginación social, con nutrientes adecuados, pocas diferencias existen en eso que se llama inteligencia, que en última instancia es el acto de sobrevivir con cierta alegría y poder crecer en igualdad de condiciones con los semejantes. Vienen a cuento estas palabras previas, en referencia al tremendo drama que se está viviendo en Medio Oriente, donde cada una de las partes involucradas en el conflicto se siente dueña de verdades absolutas, con la resultante muerte de inocentes. Basta de bombardeos y de misiles. Basta de una guerra no declarada. Basta de dar ganancias a los fabricantes de armas y a los reconstructores de lo destruido. Basta de ignorar que ambos pueblos, el Estado de Israel, el Estado Palestino y el Líbano tienen igualdad de derechos a su autodeterminación y a una convivencia pacífica, evitando que "dogmas confesionales o razas" los separen y los hagan antinómicos y proclives a enfrentamientos, desencadenando "antis" por otro siglo más. Basta de ser servidores del nuevo imperio que bombardea pueblos, destruye culturas, saquea bienes y luego reconstruye y promueve la "ayuda humanitaria". Basta del ojo por ojo y del diente por diente, pues ello demuestra que los valores humanos van decreciendo. Ojalá los gobiernos que manejan los Estados lean en el interior de sus comunidades el fervoroso deseo de paz existente en todos los pueblos del mundo, cuando previamente no son bombardeados por consignas narcisistas que los hacen sentir a unos superiores a los otros. Algún día se hará realidad el sueño del inmortal Goethe cuando expresara: "Por encima de las naciones está la humanidad".
Efraín Hutt, LE 5.782.938
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