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sábado,
12 de
agosto de
2006 |
Contra los "molinos de viento"
Can Merey
Nueva Delhi/Islamabad. - El presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, no desaprovecha ninguna oportunidad para presentar a su país como un confiable socio de Occidente en la lucha contra el terrorismo. Sin embargo, tras los atentados frustrados en Londres, Musharraf parece una vez más luchar contra molinos de viento. Las huellas del terror parecen dirigirse hoy hacia Pakistán, como ya lo hicieron tras los atentados de julio del año pasado en Londres. Musharraf no consigue dominar a los extremistas de su propio país. Según el gobierno, Pakistán tuvo un "papel relevante" en la prevención de los atentados en aviones de pasajeros. Pero únicamente fue así porque los extremistas en Pakistán al parecer estaban involucrados en los planes terroristas.
No sólo el gobierno afgano, también observadores internacionales, critican cada vez de manera más fuerte que los talibán atacan objetivos en Afganistán desde Pakistán, y que gracias al apoyo que reciben desde este país, los rebeldes son más fuertes que nunca desde la caída del régimen talibán a finales de 2001.
India acusa una y otra vez a Pakistán de que los extremistas musulmanes incursionan desde su país en la parte india de Cachemira y llevan a cabo ataques.
Las autoridades paquistaníes se apuntaron en los últimos años con frecuencia golpes espectaculares contra la red terrorista de Al Qaeda. Sin embargo, el golpe de gracia no llegó hasta ahora, y nada parece indicar que pudiera llegar pronto. El instigador de los atentados del 11-S de 2001, el jefe de la organización, Osama Bin Laden, se esconde, según las sospechas, en la zona fronteriza entre Pakistán y Afganistán desde hace ya cinco años. Y ya a finales de 2004, Musharraf admitió que la pista de Bin Laden se había enfriado.
El mandatario necesita el apoyo de Occidente. En un país de fuerte tradición musulmana, el dirigente se encuentra bajo fuego constante por su política favorable a EEUU. Y a veces de manera literal, pues ya sobrevivió a varios atentados.
Sin embargo, Washington parece cada vez más distante. En su visita a Islamabad en marzo, el presidente George W. Bush dio una verdadera reprimenda a su aliado por la lucha antiterrorista. (DPA)
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