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sábado,
12 de
agosto de
2006 |
Alerta mundial. Las pistas que llevaron a desbaratar los atentados
Cuando el terror anida en un
vecindario de clase media
Los detenidos, de entre 17 y 35 años, profesan el islam y tienen tanto ciudadanía británica como paquistaní
Christoph Sator
Londres. - La St. Margaret's Road de Birmingham, la Walton Drive de High Wycombe o la Queen's Road de Walthamstow: calles que apenas podrían ser más inglesas, con hileras de casas una detrás de otra, un pequeño jardín a la entrada y un auto de clase media adelante. Esos son los lugares en los que Scotland Yard busca ahora los orígenes de los probablemente más terroríficos planes de ataque terrorista desde el 11-S de 2001.
Si la policía y los servicios secretos británicos tienen razón, una cosa es segura: el terror proviene en el Reino Unido del vecindario.
Para los ingleses no es nada nuevo. Los cuatro terroristas suicidas que hicieron saltar por los aires hace más de un año en Londres tres metros y un colectivo de dos pisos tenían su hogar en la clase media local. Hasta ahora, sin embargo, uno podía albergar la esperanza de que los atentados de entonces, que provocaron más de 50 muertos, fuesen una excepción. Eso se acabó: lo que se hace público ahora poco a poco es algo ya conocido.
En total 24 sospechosos fueron detenidos por su presunta implicación en la preparación de "un asesinato en masa de escala inimaginable", según Scotland Yard. La mayoría de ellos tiene entre 17 y 35 años, profesan la fe musulmana, provienen de familias inmigrantes y tienen tanto la nacionalidad británica como la paquistaní. Sin embargo, entre ellos hay además tres hombres de familias británicas completamente arquetípicas de clase media, que se convirtieron al islam hace poco tiempo.
De las numerosas informaciones sobre el trasfondo del asunto se desprende lentamente una imagen bastante fidedigna. Los servicios secretos del MI5 se pusieron tras la pista del grupo hace casi un año gracias a un confidente. Desde entonces se vigiló cómo los sospechosos se procuraban información y arreglaban sus citas a través de internet. Y cómo de sus cuentas bancarias iban y venían grandes sumas de dinero.
Cóctel explosivo
Poco a poco, los investigadores se hicieron una idea de lo que se estaba planeando: hacer explotar hasta doce aviones de pasajeros en su vuelo hacia EEUU casi al mismo tiempo. Para eso, los suicidas se dividirían en grupos de dos o tres hombres que introducirían camufladamente en el avión el químico peróxido de acetona (TATP). En el baño del aparato, la sustancia debía ser mezclada con líquido, para luego ser detonada con ayuda de un celular, un iPod o una cámara digital.
Según expertos en explosivos, eso hubiera bastado para realizar un agujero en el fuselaje y provocar la caída del avión desde 10.000 metros de altura. Si hubieran tenido éxito, habrían probablemente causado la muerte de 3.000 personas.
El diario británico The Times aseguró que ya existía una fecha para los ataques, el 22 de agosto. Otros sospechan que los atentados debían producirse en el quinto aniversario de los del 11 de septiembre. Sin embargo, el plan fue desbaratado a través de varias detenciones hace algunos días en Pakistán. El periódico The Guardian aseguró, citando fuentes gubernamentales, que poco antes había llegado la orden desde Pakistán: "Do your attacks now" (Hagan sus ataques ahora). Por eso, las autoridades actuaron de manera inmediata.
Esto hace sospechar que los "terroristas de la botella" -como los llaman en el sensacionalista The Sun- tenían estrechos contactos con Al Qaeda. Los expertos discuten todavía si las células terroristas británicas actúan de manera autónoma o están dirigidas por la organización terrorista.
La respuesta a esa pregunta todavía va a hacerse esperar. Como repite una y otra vez el ministro del Interior británico, John Reid: "Estamos sólo al principio". (DPA)
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