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domingo,
06 de
agosto de
2006 |
El cazador oculto: "Este mundo ya no es lo que solía ser"
Ricardo Luque / Escenario
El mundo ya no era lo que solía ser. No hay faroles a querosén, cocinas económicas y mucho menos tranvías a caballo. Eso quedó atrás, en un pasado remoto que si no fuera por el empeño incansable de Miguelito de Marco estarían muertos y enterrados. Porque, hay que decirlo, si no fuera por este jovenzuelo que, en vez de gastar las pistas de baile con sus meneos diabólicos, eligió hundirse en los los archivos para desempolvar viejas historias, quién se acordaría del pasado rosarino. Muy pocos. Y no es extraño que sea así. Porque, mal que le pese a los puesteros del Mercado Retro, la vida hoy es digital, desde el despertador que atormenta las mañanas hasta el sexo, que dejó de ser carnal, como Dios manda, se transformó en virtual, para alegría y solaz de los pícaros que venden, a precios módicos, felicidad en la Internet. Tanto es así que el cumpleaños de una página web es motivo de celebración. Sí, y aunque usted no lo crea, al convite no fueron sólo nerds, eso chicos listos a los que un mouse los excita más que las curvas asesinas de Susana Rueda, sino también ese puñado de celebridades de cabotaje que no importa la convocatoria siempre están dispuestos a gritar "¡presente!". Si la invitación, claro, promete estar servida con generosidad y regada con buen vino. Y eso en la fiesta que organizó la enoteca Rey de Copas para el lanzamiento de sitio en la red estaba garantizado. Y Hernán Mactas, factotum del proyecto, agradecido. Tanto que agotó la memoria de la cámara (también digital) de Willy Donzelie, enviado al evento de la revista Lola, para que no quedara famoso sin fotografiarse en su compañía. Sólo se le escapó el dúo dinámico, sí, la pareja despareja que forman Pablito Procopio, que con sweater escote en V y lentes con marco de metal parecía una caricatura de un empleado bancario, y Lucas Ameriso, que anda por la vida con vestido con buzo de gimnasia como si estuviera a punto de debutar en Roland Garros. Se le escaparon porque ni bien llegaron se abalanzaron sobre los riquísimos canapés de jamón serrano y rúcula que sirvió Farina Rolls. Y después, con el corazón contento, se enfrascaron en una animada conversación con Carolina Coscarelli, quien, con flequillo rubio a lo Betty Page y apretadita en unos pantalones de corderoy negros, se convirtió en la reina de la noche. Se distrajeron, bueno, sobraban los motivos.
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