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 domingo, 06 de agosto de 2006  
Entrevista con el titular de El Tejar
Oscar Alvarado: "El conocimiento es más valioso que la propiedad de la tierra"
El dueño de una de las más grandes empresas agropecuarias advirtió sobre la evasión en el sector

Marcos Cicchirillo / La Capital

Oscar Alvarado, titular de la empresa agropecuaria El Tejar -una de las más grande el país junto con Los Grobo-, aseguró que de continuar el crecimiento de la evasión en la agricultura, el sector corre riesgo de perder competitividad y parecerse más al negocio de la carne. Antes de participar en la presentación de la maestría en agronegocios de la Universidad Austral, en la que habló después sobre lo que es ser un productor global, analizó la situación del campo en una entrevista con La Capital, en la que asegura que el arrendamiento permitió "democratizar el negocio agrícola" y frente a eso sentenció: "El conocimiento es más importante que la propiedad de la tierra".

-Usted planteó hace poco que a la hora de arrendar campos había una creciente demanda de los propietarios por cobrar una buena parte del alquiler en negro. ¿Qué puede provocar un fenómeno de estas características?

-En la carne ya sabemos lo que ha significado no tener un buen marco institucional para llevar adelante el negocio. La Argentina tiene unas enormes ventajas comparativas, pero que por la falta de institucionalidad no permite que nunca se conviertan en competitivas. Nos da miedo que en la agricultura termine pasando lo mismo. En la medida que la evasión se haga más grande, que no hay reglas de juego que se cumplan, el riesgo es que la competitividad que hoy tiene la agroindustria en algún momento vaya temrinando. El concepto es muy sencillo: si la forma de ser competitivo es haciendo trampa, quién invertirá en armar equipos, en capacitarse, en hacer empresas. Si la trampa es el negocio eso termina con cualquier cadena.

-Pero a diferencia de la carne, lo que plantea es que la agroindustria corre riesgo de involucionar.

-Seguro. Desgraciadamente desde hace un tiempo -diría desde que se implementaron las retenciones- el nivel de evasión en el negocio comercial de granos aumentó. Por eso, nosotros llamamos la atención para que seamos conscientes todos los productores, porque en realidad sólo se puede generar esta situación si hay alguien que vende en negro.

-Esta situación se contradice con los resultados que presenta año a año la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip) sobre la evasión en el sector. ¿Son insuficientes los controles?

-Nosotros lo planteamos como una cuestión institucional porque creemos que la fuerza que tiene que poner el gobierno para controlar, para que las reglas de juego sean parejas para todos, no lo está haciendo o, al menos, no como corresponde. Y por el otro lado, más allá de lo que haga el gobierno, los participantes de la agroindustria deberíamos ser conscientes que el no tener reglas de juego claras puede significar la pérdida final de la competitividad de toda la cadena.

-Hay organizaciones gremiales del campo que plantean desde hace años la sanción de una nueva ley de arrendamientos. ¿Cree que hace falta una normativa así?

-La verdad es que nosotros no vemos que por ley tenga que legislarse más allá de las normas que ya hay. Nosotros creemos que en la Argentina sobran leyes, el problema es que no se cumplen. Por eso, poner otra ley para que no se cumpla no tiene sentido. Sí creemos que hay que seguir trabajando desde organizaciones como Acrea, Aapresid, Inta, para concientizar a los productores en un manejo amigable, sustentable de la agricultura y la ganadería. Y para eso el arrendamiento en sí mismo no es el problema. Porque hay gente que es dueña de su tierra y la cuida muy mal, otros que no, y hay productores que arriendan campos y cuidan mucho la tierra y otros muy mal. Nosotros no creemos que el tema de quién sea el poseedor de la tierra sea el problema, sino fundamentalmente de concientización y de entender que jugar a favor de la naturaleza nos favorece a todos.

-Sin embargo desde sectores ecologistas y ONGs la preocupación es creciente y daría la sensación de que con la instalación de las papeleras en Uruguay la población está más sensible a esos temas. ¿Teme que se acrecienten las críticas hacia la producción de granos?

-Nosotros somos profundamente ecologistas. Nuestra empresa tiene certificada la norma medioambiental ISO 14.001. O sea, nosotros trabajamos documentadamente de una forma amigable con el medioambiente. Por eso decimos que no hay una contradicción entre un planteo bien hecho ecológicamente y la figura de si uno es o no dueño de la tierra. En realidad por ahí sería bueno que alguna de las organizaciones que está planteando esto entendiera lo que está pasando con el auge del arrendamiento de las tierras, lo que ha permitido es una democratización del negocio agrícola. Porque antes para ser un agricultor uno tenía que heredar campos. Hoy con conocimiento, capacidad de organización y un poco de coraje y ganas uno puede ser un agricultor. Hoy el conocimiento es mucho más importante que la propiedad de la tierra. Sería una lástima dar para atrás en esa línea.

-Usted decía tiempo atrás que Brasil no era rentable para producir soja y sí la Argentina a pesar de las rentenciones. ¿Sigue pensando lo mismo?

-Sí, la situación en Brasil se ha desmejorado. En todos los lugares agrícolas lejos del mar, donde los costos de fletes son muy altos, como en el Matto Grosso, donde estamos nosotros, la situación global es realmente mala. Un intento del gobierno brasileño en los últimos meses de subsidiar la soja y el maíz permitió darle un poco de aire a los productores. Igual, a nosotros lo que nos pasó es que fuimos aprendiendo en estos tres años y logramos ya un planteo rentable, como algunos productores brasileños que también están trabajando con siembra directa. Pero desgraciadamente es muy poco lo que se hace en esa región en siembra directa. Nosotros invertimos dos años y perdimos plata hasta que lo pudimos lograr. Planteandolo así es rentable.

-¿Habría que revisar los pronósticos de la frontera agrícola en la región?

-El año pasado en la zona del cerrado brasileño se disminuyó 1,5 millón de hectáreas de cultivo de maíz y soja y para este año se estima que será otro 1,5 millón más. Con lo cual no se está expandiendo la frontera agrícola sino reduciendo. De cualquier manera, el mundo necesita que esas hectáreas entren en producción, porque si no no habrá cómo darle de comer proteína vegetal a los chanchos y pollos del mundo. Entonces a la larga se terminará generando, o porque Brasil devalúe o el precio en Chicago termine subiendo, que se vuelva a ampliar la frontera.

M.C.
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Alvarado: "Los precios de los campos respecto a otros países limítrofes están caros".

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