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sábado,
29 de
julio de
2006 |
Presentan en Rosario la editorial del Centro de Estudios Multidisciplinarios (CEM)
"No hace falta una ley para cumplir con las promesas constitucionales"
Para la pedagoga Graciela Frigerio, la nueva norma de educación no debe discutir sobre lo obvio y ya legislado
Marcela Isaías / La Capital
Graciela Frigerio es doctora en educación, directora del Centro de Estudios Multidisciplinarios (CEM), y este año fue premiada con la Beca Guggenheim, una de las de más trayectoria e importancia para el mundo académico. Está convencida de que el debate por la nueva ley de educación cobra especial sentido si hay disposición a "ampliar lo pensable y encontrar las respuestas a los problemas pendientes". Por eso asegura que no hace falta una ley para cumplir con lo que ya está legislado. En todo caso, "sí es necesaria para atender a la ausencia de políticas de distribución".
Además, sobre la convocatoria lanzada por el gobierno nacional para pensar una nueva norma educativa, considera que "para que haya participación es necesario que se ponga en juego algo para pensar, no lo obvio, no lo ya pensado, no lo ya legislado, para invitar a participar es necesario solicitar una reflexión que no caiga en la trampa de lo banal".
La reconocida pedagoga estará el martes en Rosario para presentar una nueva editorial: "Del estante", algo que define como una alegría de "poder compartir con otros las escrituras que nos conmueven".
-¿Si presentar un libro de por sí es un acto festivo para los lectores, cuánto más puede significar esta idea si se trata de una editorial?
-Para el equipo del CEM, que decidió crear "Del estante editorial", cada libro concreta la alegría de poder compartir con otros las escrituras que nos conmueven. Cuando pensamos en la editorial nos imaginamos producir para otros lo que nuestras bibliotecas aman albergar, escrituras y lecturas de distintos autores, con un énfasis en los entrecruzamientos que el psicoanálisis, la pedagogía, la filosofía política entre otras miradas "indisciplinadas" sobre las disciplinas y los problemas que nos afectan, nos aportan.
-"Del estante editorial" suma libros de literatura ¿Cuánto pueden aportar estos textos a la pedagogía?
-Entre la escritura llamada académica y la literatura no existe tanto una diferencia en el registro de la escritura (que sí existe), lo que cambia es sobre todo un posicionamiento frente a la lectura. Nuestra mirada se desliza de manera diferente según esté frente a un texto "categorizado" literario o disciplinar. Es la disponibilidad a dejarnos sorprender, la búsqueda de la sorpresa es lo que cambia, así como la naturaleza de la misma. Entendemos que toda producción puede entenderse como una ficción, una manera de buscar y poner palabras a aquello que interroga al sujeto. Los conceptos son ficciones con efectos políticos y efectos subjetivos. A su vez, algunos textos "literarios" ofrecen verdaderas construcciones teóricas, no sólo admiten, sino que solicitan argumentaciones conceptuales, testimonian sobre el mundo objetivable, de maneras que expresan admirablemente despliegues teóricos. La distancia que la palabra literaria interpone, da justamente lugar a un modo de involucrase en la lectura. Por ello elegimos también compartir, es decir editar textos de autores cuyas obras se sostienen y dan cuenta literariamente de un pensamiento político, filosófico, pedagógico, clínico. Por ejemplo, "Las palabras extranjeras", de Alexakis, dan a pensar sobre la relación con las palabras familiares, los deslizamientos intergeneracionales, despliegan una teoría del aprendizaje dándonos a pensar y a sentir nuestra relación con el lenguaje, la aparición de la palabra para poder elaborar lo perdido, nombrar lo ausente, tramitar un duelo. Por su parte, "El niño azul", de Bauchau, articula de manera admirable, en una escritura sutil que por momentos hace temblar, elementos de distintas perspectivas disciplinares que organizan un caso clínico, una historia de vida, los devenires de una relación transferencial en la cual la estética y el arte ocupan un lugar tan clave como el de los protagonistas. El lector no deja de advertir que la historia es tanto la de un sufrimiento existencial, la de una cura, la de personajes desencajados y existencialmente conmovidos, tanto como el relato de una posición teórica que no deja de confrontarse a sus tensiones y ambigüedades. Siendo justamente allí donde una vida encuentra el espacio para respirar, darse aire, volverse trazo.
-A propósito de su libro "Educar ese acto político", ¿cómo hacer de la educación un acto político cotidiano?
-El libro que compilamos con Gabriela Diker, que reúne las ideas y posiciones de distintos colegas, insiste en señalar que todo acto educativo cotidiano es un acto político, dado que cada gesto de transmisión, involucra los mil matices que expresan maneras de hospedar la alteridad radical del otro, formas de desplegar la hospitalidad hacia el pensamiento de otros, modos de re-conocer. No hay política del conocimiento posible sin una política de re-conocimiento del otro. Reconocer es un gesto con estatuto político, el gesto que se contrapone y se opone a las políticas desubjetivantes y restituye a lo político su lazo con lo justo. Las políticas subjetivantes transcurren en lo cotidiano, son obras de sujetos que no desconocen el carácter político de su intervención.
Leyes y promesas
-Hay acuerdos respecto de la necesidad de contar con una nueva ley de educación, sin embargo las mayores críticas se escuchan sobre los tiempos fijados para el debate ¿Es posible pensar los cambios en los plazos establecidos y garantizar a la vez una participación genuina?
-No estoy tan segura de que haya acuerdo unánime acerca de la necesidad de contar con una nueva ley nacional. Tal vez las coincidencias se encuentren más claramente en la necesidad de que es imperioso desarrollar políticas que permitan concretar las promesas que ya albergan tanto la Constitución Nacional como las constituciones provinciales. Se trata de la urgencia imperiosa de atender a la promesa que ya está escrita, legislada, aprobada de que los derechos no deben confundirse con el privilegio de algunos. No hace falta una ley para repetir lo que las promesas constitucionales ya instituyeron jurídicamente. Hacen falta políticas gubernamentales de distribución. La educación sufre no sólo ni principalmente de una mala ley (la ley federal, que como saben siempre provocó nuestra crítica), la educación sufre de los efectos de la ausencia de distribución real de recursos concretos. No hay razón para que parte de la población sufra situaciones de humillación que pueden evitarse con políticas distributivas, ninguna ley impide distribuir, no hace falta una ley para concretar la distribución pendiente. En cambio, sí hace falta una ley, si estamos dispuestos a ampliar lo pensable, a poner en juego imaginarios motores que nos permitan encontrar nuevas respuestas a los problemas pendientes. Entendemos que la cuestión de la participación no sólo exige tiempos, sino dar y poner en debate cuestiones sustantivas. Esto hoy no ocurre y no es sólo por falta de tiempo, una falta de tiempo que no es contrarrestada por ningún simulacro numérico, al estilo "hubo un día (o tres) en el cual miles de sujetos discutieron algo". Para que haya participación es necesario que se ponga en juego algo para pensar, no lo obvio, no lo ya pensado, no lo ya legislado. Para invitar a participar es necesario solicitar una reflexión que no caiga en la trampa de lo banal.
-¿En su opinión dónde debería centrarse el debate por la nueva norma?
-Si vamos a pensar una ley que intente superar la situación actual, la fragmentación y segmentación del sistema educativo, el debate no puede centrarse en un decálogo de buenas intenciones ni de frases política y pedagógicamente correctas, sino en las preguntas que hacen a los nudos centrales: ¿Queremos tener un sistema educativo nacional? ¿Qué exigencias, qué efectos, tiene sostener una respuesta afirmativa a la pregunta anterior? ¿Queremos pensar qué nuevas formas puede tener la educación escolar por que entendemos que las actuales parecen no encontrar modos de ofrecer porvenires deseables y mejores para todos? ¿Qué nuevas formas de lo escolar aportarían diferencias sustantivas? Es evidente que estas u otras preguntas importantes para los sujetos y la sociedad requieren algo más que unas jornadas, y otra cosa que un discurso que no hace otra cosa que reproducir lo de siempre.
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La pedagoga Graciela Frigerio presenta el martes una editorial pensada para la educación.
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