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sábado,
29 de
julio de
2006 |
Dios y los
pedidos absurdos
Quería expresar mi disconformidad por la publicidad de un conocido champú en el que una chica está despeinada y Dios le ofrece una crema que alisa en forma rápida y espléndida su cabello. No creo que Dios se esté fijando en esas cosas tan mínimas de la vida, y menos respondiendo a un vano llamado de una mujer que encuentra en esa situación un gran problema y tanta gravedad como para hacer partícipe a Dios de la rebeldía de su cabello. Sin ir más lejos, diez minutos después pasaron la segunda parte de la publicidad en la que una mujer con pelo ondulado hace lo mismo que la primera, sólo que al ver el resultado, le pide un remedio rápido y eficaz para alzar sus senos... Personalmente me ofendió mucho ya que no quiero que la gente vea a Dios de esa forma ridícula que lo muestra la publicidad. A Dios no le interesa cumplir con nuestros caprichos y deseos absurdos, sino que se ocupa de quienes lo llaman buscando arrepentimiento y cuidado.
Analia Avendaño
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