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miércoles,
26 de
julio de
2006 |
Con los ojos del alma
"A los ciegos nos prestan más atención porque decidimos salir a la calle", afirma Guido Maranzana
El 2 de junio de 1981 un grupo de no videntes se reunió para dar vida al Movimiento de Unidad de Ciegos y Amblíopes de Rosario (Mucar). Por esos días, el Ministerio de Educación santafesino creó la especialidad de "docente para ciegos" y aunque hubo varios no videntes interesados en obtener el título se encontraron con la dificultad de que sólo podían acceder quienes tuvieran, a su vez, el de profesor de primaria, condición con la que no contaban estos aspirantes. El objetivo de que se flexibilicen las reglas fue el motor de la lucha que impulsó la creación de la entidad, hace 25 años. El esfuerzo tuvo sus frutos y se convirtió en la primera de una serie de victorias. Desde entonces, este grupo humano no ha dejado de moverse por los derechos de quienes no ven; y aunque consiguieron mucho, van por más.
"¿Uno de mis anhelos? Que haya aún más conciencia sobre el problema de la discapacidad; y otro bien concreto: que la gente deje de poner obstáculos en las calles como cruzar los autos en la vereda, dejar bultos, cajas, volquetes, ya que eso nos dificulta la posibilidad de movernos solos", dice Guido Maranzana, presidente de Mucar, y reconocido afinador de pianos de la ciudad.
Diez personas integran hoy la comisión de Mucar. Maranzana, uno de los fundadores, repasa los logros más salientes de estos 25 años de trabajo incansable: en 1983 la reforma del plan de estudios del profesorado; en 1987, que el transporte público de pasajeros pare en cualquier esquina si un discapacitado lo solicita; en 1989, el inicio de la fabricación de bastones blancos y su posterior distribución en todo el país; desde 1994 la producción de pizarras y punzones para escribir en Braille; en 1995, la adquisición de una impresora Braille; en el 2000, la compra de un inmueble para la institución y los subsidios para los no videntes que vendan tarjetas magnéticas en sus kioscos, y en el 2005, la reinstalación del busto en homenaje a Luis Braille en la plazoleta de Rioja y Moreno.
"La verdad es que son tantas las cosas que hicimos que algunas se me escapan; lo más importante, me parece, es que conseguimos que la sociedad nos preste más atención y eso gracias a que los propios ciegos decidimos salir a la calle", dice Guido.
"La vida del ciego no es fácil, perder este sentido o no haberlo tenido nunca es algo que condiciona mucho, pero es posible seguir adelante", reflexiona quien a sus 71 años se considera un privilegiado en el sentido de que aun en sus años de juventud, cuando la discapacidad era un tema tabú, tuvo el apoyo de su familia y la guía de maestros que le tendieron una mano y le abrieron las puertas para tener estudios y una profesión que todavía desarrolla y que le permitió "atender" a artistas de renombre internacional.
El diagnóstico precoz y la estimulación temprana son pilares del desarrollo de una persona con discapacidad visual. Los avances médico-científicos, por un lado, y las mejoras en el área educativa vienen allanando el camino para quien debe convivir con este problema. En Rosario existen dos escuelas para ciegos o disminuidos visuales: el Centro de Rehabilitación 2014 Luis Braille y la Escuela para Niños No Videntes y Disminuidos Visuales Lidia Elsa Roussell.
Además, hay actividades, muchas de ellas programadas por Mucar, que ofrecen opciones educativas y formativas, tales como cursos de portugués, de inglés, de cata y conocimiento del vino. "Desde Mucar intentamos dar respuestas a todas las cuestiones que no son netamente educativas y para las que están la escuelas que tan bien trabajan; por eso uno de nuestros objetivos es que las personas con problemas visuales tengan más posibilidades de tener su trabajo, su actividad", dice el presidente de la Asociación.
"Quiero seguir aportando mi parte, como reconocimiento a los que tanto hicieron por mí", confiesa el hombre que sigue haciendo planes y quien confía en que existe un mundo con lugar para todos .
"Tengo una imagen que ya se me va borrando... Siempre decía que si algún día recuperaba la vista y me encontraba con esa escena la reconocería de inmediato... era una señora que me hablaba como a unos diez metros y yo veía su rostro perfectamente; ella me hablaba y se reía... la recuerdo muy apacible, una persona bondadosa; era la mujer que trabajaba como mucama en la casa de mi tío. Un chalet muy lindo en medio de un terreno grande rodeado de jardines... recuerdo los canteros, un camino por donde entraba el auto, sí, de eso me acuerdo..." Aunque intenta contener la emoción, Guido se deja llevar por los recuerdos y ofrece, con entusiasmo, momentos de su vida.
Dice que no fue nada fácil, pero que de todo se aprende, que logró ser una persona que pasó y pasa muchos momentos lindos, que tiene una familia, amigos, y que el enseñar música lo hacen feliz ...
A los 3 años, después de una varicela mal curada y un episodio no muy claro con una vacuna que le aplicaron contra la viruela, Guido comenzó a perder la visión. Sus padres comenzaron "un largo peregrinar" por médicos y especialistas. "A los 5 años ya no había nada más que hacer, y empecé mi vida como ciego", relata.
Guido pudo terminar la escuela primaria y fue uno de los pocos de su época que obtuvo el título secundario, que cursó en un Eempa. Estudió música y se convirtió en un prestigioso afinador de pianos que aún hoy sigue siendo requerido por particulares o por artistas que llegan a la ciudad. En su tiempo libre, que no es tal, Guido desarrolla otra de las tareas que más le gustan y que tiene que ver con el trabajo en la asociación que preside: "Me hace bien, es una necesidad, pero la solidaridad es algo que no se inventa, se lleva en el corazón".
F. O´K
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Fotos
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El presidente de la ONG Mucar.
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