Año CXXXVII Nº 49182
La Ciudad
Política
Economía
La Región
Información Gral
Opinión
El Mundo
Escenario
Policiales
Página Solidaria
Cartas de lectores



suplementos
Ovación
Salud


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 23/07
Mujer 23/07
Economía 23/07
Señales 23/07
Educación 22/07
Estilo 22/07
Salud 19/07
Página Solidaria 19/07

contacto
servicios
Institucional

 miércoles, 26 de julio de 2006  
Controlar las bacterias hospitalarias reduce un 80% los riesgos de infección

Florencia O'Keeffe / La Capital

Las infecciones hospitalarias -adquiridas en el marco de una internación- son responsables de miles de muertes por año. El problema podría minimizarse si el personal de salud cumple con pautas de higiene básicas, como el correcto lavado de manos, y si las instituciones públicas y privadas implementan esquemas de control. En la Argentina algunos centros de salud trabajan con programas de vigilancia de las infecciones con el objetivo de identificar las bacterias y virus propios de cada institución y así tomar medidas preventivas. Pero lejos de ser una política sanitaria oficial, la decisión corre por cuenta de cada nosocomio. "Cuando se trabaja en control de infecciones como corresponde, los niveles de riesgo se reducen un 80%", afirma Miguel Liernur, licenciado en enfermería y a cargo del programa de control de infecciones en los hospitales Centenario e Italiano de Rosario.

El problema es de tal magnitud que en el ambiente médico se lo denomina el "virus de la negligencia" y se considera que mata más personas por año que los accidentes de tránsito.

En países de Europa, y otros como Chile y Brasil, existen programas nacionales de control activo de infecciones hospitalarias. En la Argentina es una cuestión pendiente, aunque desde el 2004 se viene atendiendo el tema con más interés por parte de organismos gubernamentales como el Ministerio de Salud y Medio Ambiente de la Nación.

En ese marco, está a disposición un sistema informático que actúa en red con el Instituto Nacional de Epidemiología "Dr. Juan H. Jara" y unas 70 instituciones de todo el país. Se trata del programa VIHDA, (Vigilancia de Infecciones Hospitalarias de Argentina) que además de brindar datos epidemiológicos aporta material educativo para facilitar el control de infecciones. Así como algunos nosocomios trabajan de esta forma, otros lo hacen a la vieja usanza, con planillas que se completan a mano y sin destinar personal especializado al manejo del tema. También están aquellos centros de salud que simplemente no hacen controles de ninguna manera.

En Rosario, hay una decena de instituciones públicas y privadas que trabajan con el VIHDA y aseguran que les da buenos resultados.

"A comienzos de la década del 90 se genera un movimiento en la Argentina donde empieza a prestarse atención al tema de las infecciones hospitalarias, pero si bien en casi todas las instituciones existe al menos la voluntad de tener un comité de control de infecciones, por distintas razones no todas lo ponen en marcha. En Rosario son pocas las entidades que tienen personal destinado a esta tarea, como debe ser", reconoce Liernur.

El personal que controla las infecciones (que debe tener formación universitaria) debe saber qué cepas o qué flora es la propia de esa institución porque cada entidad tiene sus características y no se pueden comparar entre sí. "No es lo mismo un sanatorio de alta complejidad donde se practican cirugías todos los días que otro donde se atienden pacientes ambulatorios. Cada institución tiene su problemática en el control de infecciones", relata Liernur.

La higiene de las instalaciones, la del personal de salud (lavado de manos, vestimenta adecuada), el correcto uso de antibióticos, son algunas de las cuestiones escenciales que deben tenerse en cuenta para minimizar los riesgos. "La vigilancia activa requiere un cuidado especial en pacientes que portan una sonda vesical, los que están con asistencia mecánica respiratoria o un catéter venoso central, que son los que cuentan con más factores de riesgo ", ejemplifica el licenciado en enfermería.

Pero todo paciente está expuesto. "Lo primero es tener en cuenta que toda persona que ingresa a una institución hospitalaria, pública o privada, puede adquirir una infección. Desde ya que tienen más riesgos los pacientes añosos, los que van a cirugía de alta complejidad y los inmunodeprimidos", comenta Rodolfo Quirós, docente de la Universidad Católica Argentina y coordinador del Proyecto Validar, encargado de vigilar durante siete meses la incidencia de las infecciones en entidades públicas y privadas del país.

Quirós dijo a La Capital que durante la implementación del plan se hizo una encuesta que arrojó que "el 90% de las instituciones tenía programas de vigilancia de infecciones, pero sólo el 50% los ponía en práctica".

El estudio dirigido por Quirós se llevó a cabo durante el 2004 y participaron 121 centros de salud públicos y privados de todo el país, incluido Rosario. El objetivo fue, no sólo recaudar información sino, sobre todo, trabajar en el aspecto educativo: "Cambiar hábitos es lo más difícil; es un problema cultural. Lamentablemente los cinturones de seguridad no se usaban hasta que comenzaron a aplicarse sanciones económicas. En el control de las infecciones hospitalarias pasa algo parecido", ejemplifica.

Quirós confiesa que pasar de la teoría a la práctica es una tarea compleja para muchas entidades, pero revela que el hacerlo trae enormes ventajas: "La disminución de muertes por infección hospitalaria es real en aquellas entidades que trabajan seriamente en este tema; estamos hablando de vidas humanas", enfatiza.

¿De qué depende que un hospital o sanatorio tenga una tasa más o menos elevada de virus y bacterias? El director del Proyecto Validar señala que la higiene de las instalaciones es importante, pero no es lo más relevante. "Yo pondría a la cabeza el correcto lavado de manos, algo que no todos los enfermeros y médicos cumple como se debe. Segundo, el cuidado y atención que se le pone a los procedimientos invasivos, y en todo caso, en tercer lugar, la limpieza de la institución, que no sólo debe estar aseada en lo macroscópico, porque se pueden tener quirófanos muy sofisticados, muy limpitos, pero si el personal no se lava las manos, el problema se produce lo mismo".


Quebrantos que preocupan
Las pérdidas humanas o las complicaciones en la salud de muchas personas no son el único problema que generan las infecciones hospitalarias. Para los sistemas de salud las cuantiosas pérdidas económicas a causa de las infecciones que una persona adquiere en el nosocomio suelen ser un motivo importante como para tomar cartas en el asunto.

Liernur explica que por definición las infecciones hospitalarias son aquellas que suceden dentro de un hospital y que un individuo manifiesta a partir de las 48 horas que ingresó a la institución, sin síntomas previos. "Muchas instituciones firman convenios de riesgo con las obras sociales que pagan un monto determinado por tratar a un paciente por el problema por el que ingresó; si adquiere una infección en el sanatorio y la estadía hospitalaria se prolonga, es el sanatorio el que debe cargar con los gastos extra".

¿Es posible mejorar la situación? "En cuanto a la parte que me toca, la enfermería, quienes somos docentes hacemos hincapié en que debe trabajarse sobre tres pilares: una enfermería seria que esté consciente de que trabaja con seres humanos; responsable, que implica cumplir con todos los pasos y pautas aunque nadie lo controle; y actualizada, porque hoy, todo médico y todo enfermero debe estudiar en forma permanente".

"La educación del personal de salud es escencial para evitar este tipo de problemas, y desde ya, la decisión política de cada centro de salud y del Estado, que son los que deben llevar a cabo el control de estas medidas", enfatiza Liernur.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
El licenciado en enfermería Miguel Liernur trabaja con el programa VIHDA.

Notas Relacionadas
Hay que lavarse más


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados