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miércoles,
26 de
julio de
2006 |
EDITORIAL
Autos: los problemas de la reactivación
No todas las consecuencias del crecimiento económico son positivas: el notable auge experimentado en la venta de vehículos provocó la saturación de los servicios de reparación y mantenimiento. También debe preocupar la advertencia lanzada por los propietarios de pequeños talleres, quienes se quejan de que no se los provee de tecnología de punta y por ende se los margina. Los beneficios de la expansión económica deben ser inclusivos.
Uno de los sectores donde más nítidamente se refleja la recuperación económica que vive la Argentina es el automotriz. Es que el expendio de unidades cero kilómetro ha experimentado un ascenso al cual calificar de espectacular no resulta exagerado. Sin embargo, y como suele ocurrir habitualmente, una modificación de escenario —por más que esta, como en la situación descripta, resulte favorable— trae inevitablemente aparejados nuevos problemas. En este caso, tal cual lo reflejó un informe publicado por este diario el pasado domingo, el boom de ventas ha generado como consecuencia la saturación de los servicios de mantenimiento, a partir de lo cual obtener un turno para reparar o revisar un vehículo implica una espera que como mínimo se prolonga durante una semana.
Tal cual lo describió adecuadamente un empresario del sector, se trata de “los problemas del crecimiento”. Otro, de manera muy gráfica, pintó la situación como “un cuello de botella”. Ante la emergencia suscitada, la respuesta adoptada por las concesionarias se ha vinculado obligatoriamente con la ampliación de las áreas de servicio y la contratación de nuevo personal. Pero a pesar de los esfuerzos realizados, la demanda continúa siendo superior a la oferta, hecho que obliga a los dueños de vehículos a incrementar la dosis de previsión, sobre todo si planean un viaje.
Otro factor que contribuye a generar inconvenientes es la notoria complejidad que posee en el presente la tarea de reparar o mantener un vehículo. Tal cual lo puso en blanco sobre negro el propietario de una reconocida concesionaria, “ya terminó la era del auto que se arreglaba en un galponcito con piso de tierra”. Tal observación —que coincide fuertemente con las coordenadas de la realidad— deja de manifiesto otro de los dilemas que acechan en la expansión económica y el desarrollo industrial: la carencia de tecnología adecuada que padecen muchos de los talleres más pequeños, cuyos dueños —consultados por La Capital— manifestaron su preocupación al respecto.
Las cifras indican que las quejas vertidas tienen notorio fundamento: actualmente, el treinta por ciento de los modernos vehículos no puede ser reparado con la maquinaria de que disponen los talleres independientes y sus propietarios advierten que de no rectificarse la actual política de sólo brindar tecnología de punta a las agencias oficiales van a quedar “marginados” en cinco años.
Tomando en cuenta la importancia de este sector —fuente de trabajo para mucha gente— es de desear que la información y la tecnología se democraticen adecuadamente, a fin de evitar la formación de monopolios. Pero sin dudas la solución no se encuentra lejos en tanto medien la necesarias cuotas de racionalidad y buena voluntad. El crecimiento debe ser inclusivo y permitir que todos participen de sus beneficios.
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