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miércoles,
26 de
julio de
2006 |
Reflexiones
¿Hacia dónde va el Mercosur?
Carlos Malamud (*)
A la Cumbre de Presidentes del Mercosur, celebrada en Córdoba, no le faltó de nada. Por tener, tuvo incluso la presencia de Fidel Castro, que no solía acudir a estas cumbres, no porque no quisiera, sino porque no lo invitaban. La asistencia de Castro le otorgó al encuentro el morbo necesario para amplificar su difusión en los medios de prensa internacionales. Junto a Castro estuvo el comandante Chávez, ya miembro de pleno derecho del bloque regional, y ambos participaron en la cumbre alternativa con sus consignas habituales. También estuvieron los presidentes de Chile y Bolivia, países asociados al Mercosur.
El triunfalismo caracterizó los discursos presidenciales y el tono general de la cumbre. De pronto, y casi mágicamente, la ampliación del Mercosur creó un nuevo clima que permite acabar con los problemas de los últimos meses, como muestran las tensiones bilaterales. Brasil y Argentina, o Lula y Kirchner, alternaron la crispación con el romance y en vez de profundizar en el librecambio apostaron por un acuerdo a dos, claramente proteccionista en lo industrial, que deja fuera a Paraguay y Uruguay. Estos dos, los países pequeños del bloque, se quejan amargamente de la marginación a la que los someten los grandes, Argentina y Brasil.
Mientras, Argentina y Uruguay discuten agriamente sobre el intento uruguayo de construir dos fábricas de pasta de celulosa, en una polémica que llegó al Tribunal Internacional de La Haya. Argentina rechaza el proyecto por razones medio ambientales, aunque en su génesis y desarrollo estuvieron presentes, y siguen estando, motivos políticos y electorales. El diferendo rioplatense evidenció las debilidades del Mercosur y su incapacidad de solucionarlo dentro del bloque regional y mostró la falta de liderazgo de un Brasil ensimismado en sus problemas internos.
Por eso, el rumbo definitivo del Mercosur dependerá de la capacidad de Brasil de recuperar el liderazgo regional y de reintroducir la lógica del mercado frente a los enfoques puramente políticos. Ante la idea de Chávez de que había nacido un Mercosur más político, Lula dijo que Brasil y Argentina eran la Alemania y Francia de la región. Pero para eso faltan voluntad y medios. Como Kirchner se ha echado en brazos de Chávez, con quien se ha endeudado profusamente, su capacidad de acción en este tema es mínima, razón por la cual sólo Brasil podrá poner límites a una Venezuela bolivariana que no encuentra barreras de ningún tipo. En esta oportunidad, su respaldo a la política nuclear de Irán y a los ensayos balísticos de Corea del Norte le valió el compromiso de los países miembros de apoyar su elección, en octubre próximo, para un puesto no permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Los presidentes tuvieron numerosas reuniones bilaterales durante la cumbre de Córdoba, generalmente bien valoradas por la prensa, para avanzar en la resolución de algunos conflictos. Kirchner con Bachelet, molesta por el aumento en el precio del gas argentino. Morales con Lula, para destrabar la negociación por el precio del gas que le vende a Brasil, aunque habrá que esperar hasta después de las elecciones de octubre, donde Lula se juega la reelección. Bachelet con Morales, para que Bolivia le venda gas, pero Bolivia quiere antes una salida al mar, lo que los chilenos no ven con buenos ojos. Si bien Kirchner y Tabaré Vázquez se abrazaron efusivamente, no pudieron recortar toda la distancia de la celulosa que los separa, aunque todo ocurrió en un ambiente cordial.
Todo lo contrario sucedió con Castro, dada la negativa de Kirchner de tratar con el dirigente cubano, como consecuencia del caso Molina (una médica cubana a quien le prohíben reunirse con su familia refugiada en Argentina).
El tono triunfalista que planeó por la cumbre apunta a que la integración regional, basada ahora sí en la solidaridad, está nuevamente encarrilada y que, gracias a la energía, el Mercosur promoverá la confluencia sudamericana. La extensión del bloque debería comenzar por Bolivia, pero Morales se resiste a integrarse a tan selecto club, ya que, pese a sus resistencias iniciales, permanece en la CAN (Comunidad Andina de Naciones) y es en los mercados andinos donde vende la mayor parte de sus exportaciones no energéticas, razón por la cual tiene mucho que perder y poco por ganar si la abandona para unirse al Mercosur. Morales quiere que ambos bloques terminen confluyendo, lo que le evitaría tomar una decisión. Sin embargo, entonado por la presencia de sus dos principales mentores y respaldos políticos, señaló que "si Fidel entra al acuerdo, los pueblos y los movimientos sociales me van a obligar a entrar al Mercosur". De alguna manera, sus palabras respondían a la invitación de Chávez, que en su discurso señaló que "hemos derrotado al Alca y un nuevo Mercosur ha nacido, y más pronto que tarde aspiro a que Bolivia y Cuba estén en el Mercosur".
Es conocido el desprecio de Chávez por las instituciones. Sin embargo, se da el caso de que en julio de 1998 los países miembros del Mercosur firmaron en Ushuaia una cláusula democrática que estipulaba claramente que para integrar el bloque comercial sus países miembros debían cumplir con determinados requisitos políticos, un estándar que obviamente, hoy por hoy, Cuba no satisface. Sería deseable que los países fundadores, los que suscribieron un compromiso que quizá por las prisas de la adhesión Venezuela todavía no registra, tuvieran esto presente y rechazaran claramente el ingreso de Cuba en lugar de ser seducidos por los cantos de una sirena adornada con oropeles petroleros.
(*)Profesor de historia de América de la Uned e investigador principal para
América latina del Real Instituto Elcano.
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