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miércoles,
26 de
julio de
2006 |
Cumbre
del Mercosur
No se logra entender cómo los argentinos que lucharon tanto contra la dictadura, y cuyo costo fue la desaparición de muchísimos ciudadanos opositores, recibieron los otros días con cierto beneplácito hasta reverencial a un dictador con poderes absolutos (ocupando las primeras hojas de prensa, radio y televisión), que ostenta un triste récord de opositores muertos, presos o exiliados. Nuestras valientes Madres y Abuelas de Plaza de Mayo tendrían que haber circulado ante la Cumbre del Mercosur portando pancartas reclamando la libertad de la doctora Molina y su anciana madre a las que Castro tiene retenidas (presas) y no las deja venir a nuestro país para ver a su hijo y besar a sus nietos a los que no conoce. La doctora Molina no cometió ningún delito. Para Castro es un delito disentir con él, y ese fue el error de la doctora Molina, pensar diferente. Castro es un cruel dictador y no reúne las mínimas condiciones de ser un demócrata como para pisar suelo argentino, pero en nuestro país impera la libertad de opinión, tanto es así que se permite su desagradable figura y hasta hablar y discursear líbremente. Afortunadamente la Argentina goza de tener un gobierno democrático, lo que hace que sus ciudadanos se sientan cómodos de poder habitarla.
Enrique E. Bianchi
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