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martes,
11 de
julio de
2006 |
Roban valiosas alhajas y cuatro mil dólares de una casa
Entraron por la terraza a una vivienda de barrio Parque, en ausencia de su dueña
4 mil dólares, artículos electrónicos y valiosas joyas que había comprado en su periplo por el exterior engrosaron el botín de los maleantes. El atraco ocurrió a una cuadra y media de la seccional 13ª y hasta anoche los autores del ilícito no habían sido localizados.
Iris es una docente jubilada de 62 años. Ayer a la tarde todavía estaba shoqueada por lo sucedido. Sin embargo, más que por el dinero robado estaba afectada por el valor simbólico de las alhajas que había comprado en Colombia, precisamente en este viaje al Caribe, para regalárselas a su nieta que cumple 15 años dentro de dos años.
Iris contó que, cerca de las 22 del sábado, salió de su casa de San Nicolás al 1900 para ir a cenar con su hija y sus nietos. Cuando regresó, cuatro horas más tarde, se encontró con un tremendo desorden: en su habitación "estaba todo revuelto".
A la docente ya no le quedaron dudas de que había recibido la visita indeseada de ladrones. Dio un vistazo y se percató de que habían desaparecido una máquina de fotos y una filmadora que había comprado en Panamá. Después caminó hacia el living y comprobó que se habían esfumado un reproductor de DVD que estaba sobre una mesa y un teléfono inalámbrico. Luego fue a su habitación y constató, apenas abrió el placar, que los intrusos se habían alzado con lo que ella consideraba lo más valioso: los aretes de esmeralda que había comprado unos días antes para su nieta de 13 años. "Estas joyas no se consiguen en Argentina. No sé exactamente cuánto valen, pero presumo que mil dólares", explicó Iris.
Tampoco estaban los anillos con piedras preciosas que había traído 10 años atrás de su viaje a Palestina y un tapado de piel. Su desazón fue aún más mayor cuando descubrió que los ladrones se habían apoderado de los 4 mil dólares que también estaban en el placard.
Azorada, sólo atinó a contactarse, por consejo de su yerno, con un operador del Comando Radioeléctrico para denunciar el robo. Cinco minutos después los uniformados arribaron a la casa, cuando ya los maleantes se habían esfumado.
Un rato después, más tranquila, Iris reconstruyó los movimientos de los maleantes para ingresar a su casa. Los intrusos llegaron a la terraza luego de atravesar una pared medianera. Una vez allí abrieron una ventana que se conecta con un patio cubierto y, a través de la abertura, treparon los pocos metros que los separaban de una escalera por la que bajaron al patio. Luego sólo tuvieron que abrir una puerta de ingreso -no estaba cerrada con llave- a la vivienda. Tampoco fueron un obstáculo para los asaltantes los tres perros que tiene la docente, a los cuales recogió en la calle.
En la terraza podían verse las huellas que denotaban las pisadas de zapatillas de los intrusos. "El vecino escuchó ruidos, pero no hizo nada porque no sabía de qué casa provenían", recordó Iris.
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Fotos
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Iris lamentó que los ladrones se hayan llevado las joyas.
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