Yo creo

"Otro modo de percibir y celebrar"

U. G. Mauro / La Capital

Falta poco. En un rato más, los jóvenes partirán, no para romper la rutina sino para matizarla en las discotecas de la ciudad vecina. En el pueblo no hay grandes edificios que paren el viento frío, nocturno y de llanura que avanza por la calle ancha a la que se asoma el teatro, o como allí se lo llama, El salón de la Sociedad Italiana.

No hay lo que se dice una conmoción. Días antes alguien pegó los afiches en los principales comercios y el viento llevó a las casas, entre el ruido de un tractor que pasaba, palabras sueltas con la voz pastosa de la propaladora: "Hoy...actuación... Arbolito... Italiana. Invita...".

Es tiempo de siembra. Ya no hay tantos camiones en la ruta. ¿Cómo cerró la soja?. Ya le consiguieron algunas cosas a esa gente a la que se le quemó la casilla. Está quedando linda la nueva sede del club. ¿Qué es Arbolito? No está en la lista básica de famosos de la gente adulta, pero Arbol sí figura en la de los jóvenes. ¿Serán lo mismo? No hay ni confusión. No importa.

Uno de los músicos de Arbolito, un excelente grupo de Buenos Aires, poco difundido y que fusiona rock con reggae y folclore, es del pueblo. Se llama Pedro, y eso, que no representa el retorno de un hijo pródigo ni nada parecido, alcanza para movilizar a buena parte de la población de Chañar Ladeado.

La sala se va llenando. Paradójicamente, el público es mayoritariamente adulto y familiar, y un pudor impreciso frena las exteriorizaciones propias de un recital fuertemente rockero y con letras de tajante tono social. Algo no pega. La propuesta no es políticamente correcta y tras el excelente trabajo de los músicos, hay demasiado cuestionamiento y referencias a asuntos lejanos como la miseria y la marginalidad que incomodan.

"El rey y yo, tiznados somos iguales/ maravilla de humo negro que iguala reyes y truhanes". El boletero del teatro trata de che a los dos o tres altos funcionarios, alguien estrena pilcha y una nena corre por el pasillo. A falta de pogo, los pocos chicos presentes, en una incitación tardía, inician un acotado trencito por el salón y la estéticas también se confunden y hablan de otro modo de percibir y celebrar.