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sábado,
24 de
junio de
2006 |
Los procesos de transmisión de saberes socialmente productivos
"No hay que confundir educación para el trabajo con capacitación para el empleo"
El investigador Edgardo Ossanna dice que hay que definir qué enseñar para un modelo de desarrollo inclusivo
Matías Loja
Entre los debates acerca de la nueva ley de educación nacional que pretende reemplazar a la vigente ley federal, una de las cuestiones que se han colocado en la agenda de las discusiones es la referida a los fines de la escuela en relación a los saberes que trasmite y sus fines.
La formación para la ciudadanía, para el ingreso a los estudios superiores o para el mercado laboral son algunos de los análisis que suelen colarse en las reflexiones sobre los fines de la escuela, al punto que durante una reciente reunión mantenida con empresarios en el marco de las rondas de consultas por la ley, el titular de la cartera educativa nacional, Daniel Filmus, abogó por incorporar en la nueva legislación "mecanismos que faciliten la colaboración permanente entre el sector empresarial y el educativo", aunque acto seguido advirtió que la escuela "no sólo debe formar para el trabajo, o para la universidad, sino que también debe formar para la ciudadanía".
"El tema está en el centro de discusión ahora que se habla de revisar la ley, y sobre todo a través del lugar residual que quedó para la escuela técnica dentro de la ley de educación", señala al respecto el investigador de las universidades nacionales de Rosario (UNR) y de Entre Ríos (Uner), Edgardo Ossanna.
Ossanna es docente de la Escuela de Ciencias de la Educación de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR, e integrante de un programa de investigación dirigido por Adriana Puiggrós referido a "Los procesos de enseñanza y aprendizaje de saberes socialmente productivos" (ver aparte).
"Esto va más allá de la escuela y de las escuelas técnicas en sí, creo que la preocupación por este tipo de problemas tiene que ver con la idea de qué es lo que pasó en Argentina, que hace 70 años estaba a la misma altura que Canadá y Australia", señala Ossanna, y completa su idea diciendo que, desde el punto de vista educativo, "en la Argentina nunca hubo, fuera de ciertos períodos históricos, una preocupación por la relación entre educación y trabajo".
-¿Que abarcarían los saberes socialmente productivos?
-Cuando se habla de saberes, que es más amplio que los conocimientos, más vinculados con la producción científica, nos referimos no sólo a los tradicionales de la escuela, sino también al que le enseña el chacarero a su hijo, por ejemplo. Por eso, va más allá de los que se lee o estudia, porque de hecho el saber puede generarse del boca a boca, o transmitirse a través de prácticas que se van realizando. Por eso, la cuestión es plantear qué tiene que enseñar el sistema educativo, y cuáles serían los saberes necesarios para dentro de veinte años. Así, lo que se plantea es hacer un estudio histórico para ver cómo se fueron produciendo los saberes, cómo se desarrollan en el presente, y de allí realizar un análisis prospectivo, una propuesta para un futuro.
-¿En qué se basaría esa proyección a futuro?
-El campo prospectivo es el más dificultoso. En el estudio histórico uno va construyendo ciertos saberes, y cómo se incorporan las tecnologías. No sólo las fábricas que pasan del torno común a uno más complejo, sino también la organización del marketing y de los distintos servicios vinculados a esa actividad. Entonces, la idea es ver cómo se heredan históricamente esos saberes, y a partir de eso, poder proyectar, en términos vulgares, qué saberes hay que enseñar de aquí a 20 años para lograr un modelo de desarrollo con inclusión, con justicia social y con compromiso, un proyecto sobre qué enseñar para un país mejor donde el conjunto esté mejor.
-Sobre este punto, hay distintas visiones que proponen definir primero para qué debe formar la escuela...
-Sí, estas lecturas entran en el debate, y sobre todo en el caso de los saberes socialmente productivos, desde la visión empresaria. Desde el proyecto que integro hemos hecho una serie de entrevistas, para relevar información, y en el campo de la visión empresaria nos hemos encontrado con distintas posturas, algunas más progresistas y otras no tanto. Y cuando a algunos se les pregunta, desde su perspectiva, qué creen necesario que enseñe la escuela técnica, responden que sepan utilizar determinadas herramientas de trabajo. Pero a esto yo lo llamaría educación para el empleo, y no para el trabajo, porque está determinada por una exigencia muy marcada, y lo que no se plantea desde esta visión es qué pasa cuando ese tipo de conocimiento queda obsoleto.
Capacitación y educación
Ossanna destaca una y otra vez la necesidad de "no confundir educación para el trabajo con una mera capacitación para el empleo", y destaca al respecto que lo que en realidad habría que enseñar a los estudiantes en las escuelas es a "aprehender", de manera tal, dice, "que el joven tenga la habilidad de ir cambiando y mejorando, porque la escuela nunca va a poder enseñar todo, ni lo de última generación".
"No hablo de saberes productivos en términos de la producción material, sino saberes socialmente significativos, como los llamaba Cecilia Braslavsky, en la construcción de una sociedad, de una base y un tejido social que pueda funcionar", subraya el investigador de la UNR, quien alerta que estos "no se limitan a formar para un oficio determinado".
Pero a la hora de hablar de las obligaciones en la transmisión de saberes, el investigador de la UNR remarca que "no obstante, la escuela también debe formar ciudadanos, así como otras cosas, pero cuidado: no sólo la escuela, sino todos los sectores".
-¿Cómo se puede hacer para que esta relación entre educación y trabajo no se confunda con una suerte de capacitación que las empresas trasladan a la institución escolar?
-Aquí surge otra cuestión que hay que tener en cuenta. Se ha oído mucho en los últimos tiempos de que faltan personas calificadas para determinados trabajos, como fresadores, torneros, etcétera, pero si se conversa con los empresarios que expresan esto, le remarcan que de los trabajadores para estos puestos que tenían hace años, mientras que algunos se habían jubilado, otros fueron cesanteados por reducción de personal. Entonces, lo que se pide allí es que asumamos las culpas compartidas. Porque si bien la escuela técnica no ha producido trabajadores en determinados puestos, también nos preguntamos para qué los va a formar si durante mucho tiempo dijeron que no los necesitaban. Entonces creo que en el deterioro de la mano de obra que se necesita, desde el punto de vista del empresario, hay que asumir también que es una cuestión mucho más compleja, y que no es la escuela sola la que debe dar respuesta.
-Sin embargo hay muchos planteos, sobre todo del sector empresario, que remarcan esa función de la escuela en relación con el mundo del trabajo...
-Sí, lo que pasa en ese sentido es que si se leen algunas cosas de los últimos años parece que la escuela debería hacerse cargo de todo: desde resolver las carencias de los chicos, y con maestros buscándole cuadernos, lápices y comida a sus alumnos. Incluso aparece la escuela como que debe hacerse cargo de funciones que les correspondían directamente a las familias en su momento.
-Esta necesidad de transmitir determinados saberes, ¿también incluiría a los estudiantes universitarios?
-Si bien este proyecto no está centrado particularmente en la universidad, aquí también habría que romper con esta idea de que el estudio no tiene que ver con el trabajo, como si fueran dos cosas diferentes. La universidad tiene una función para cumplir como cualquier otra institución educativa, porque es la que va a formar a los profesionales. Y habría que pensar también qué saberes debemos transmitir a estos profesionales, qué es los que tienen que saber más allá de sus conocimientos técnicos específicos. Por ejemplo, que los profesionales tengan una visión en cuanto a lo ambiental, o en cuanto a la seguridad del trabajo. Es decir, son saberes que tienen que ver con lo ético, con la actitud ética y social.
Matías Loja
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