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 sábado, 17 de junio de 2006  
El complejo se levanta en Viamonte y Guatemala
Un Fonavi de la zona oeste ya se ganó el mote de Fuerte Apache II
Al deterioro edilicio se suman la inseguridad y los problemas sociales. Aseguran que no entran taxis ni ambulancias

"Si la gente vive en la basura es muy difícil que tenga sentido de vida", enunció Sergio Olguín desde una de las esquinas que marcan el límite sur del Fonavi de Viamonte y Guatemala. "Esto es más conocido como Apache II", aclaró el portavoz del grupo de vecinos que se reunió para reclamar por las condiciones edilicias y sociales en las que transcurren sus días. La estética del lugar confirma con creces sus palabras: aguas servidas, escaleras rotas, tanques de agua agrietados son apenas una reseña del deterioro que resalta en el lugar donde sobresale el color gris y el óxido.

El barrio, que está a metros de la avenida de Circunvalación, tiene 19 años y en sus comienzos fue ocupado por familias de policías. Según Rosita, que vive en una planta baja porque es lisiada, con el paso del tiempo el lugar fue desmejorando mucho. Claro que las actuales condiciones tienen antecedentes en el origen mismo de la construcción que, al igual que otros Fonavi, y según los vecinos, se entregó "sin puertas interiores, ni sanitarios en los baños, tampoco estaban colocados los pisos", entre otras carencias.

"En nuestro monoblock gastamos 40 pesos por semana para destapar las cloacas pero no es suficiente porque eso que ven ahí es caca, sólo que hace mucho que no llueve y está todo seco", graficaron. Y aseguraron que se cansaron de reclamar para solucionar el problema y que por las pérdidas de agua llegaron a recibir facturas de hasta 98 pesos. En el Fonavi viven unas 500 familias, lo que supone una población de 1.200 niños.

También al igual que muchos de los Fonavis en el resto de la provincia, el barrio de Viamonte y Guatemala no tiene final de obra. Esta perspectiva hizo que los vecinos se desalentaran a la hora de pagar las cuotas. Sergio abonó durante 15 años pero desde hace diez que ya no paga porque no se recibe a cambio una escritura definitiva. El Fonavi tiene sesenta departamentos en cada uno de los siete monoblocks que se distribuyen en las tres manzanas y media que ocupa la urbanización, entre Guatemala y Viamonte hasta Nicaragua y Monteflores.

La semana pasada hubo una pérdida de gas que intranquilizó a la gente pero pronto se le encontró una causa: los caños que transportan ese fluido nunca fueron empaquetados, explicaron. E invitaron a constatar el ruido continuo del compresor que provee ese combustible. En opinión de los vecinos, los problemas en la provisión de servicios se agravaron cuando alrededor del Fonavi comenzaron a crecer distintos tipos de asentamientos a los que se conectó sin una "mirada previsora", comentaron.


Embarazos precoces y drogas
Pero los problemas no se agotan en lo edilicio, Olguín explica el apodo del barrio, "es por la situación en que estamos, acá no hay seguridad, ni tenemos dispensario". Para los vecinos, estar en la confluencia de cuatro seccionales agrava el problema. Es que para ellos esa situación en cierta manera los convierte en un entorno aislado donde sólo acceden a ingresar los remises truchos. Ni los taxis, ni las ambulancias, nila propia policía quieren entrar a la zona. Y para tomar el colectivo hay que caminar varias cuadras.

Según explicó Fanny, los vecinos que salen a trabajar por la mañana tuvieron que organizarse en grupos para recorrer las cuadras que los separa de sus casas de la parada de colectivo más cercana. "Roban cables de teléfono, roban todo, por eso hicimos rejas pero también las rompen", explicó Sergio, quien calificó al lugar como "una boca de lobo por la noche, donde nadie se atreve a entrar ni a circular".

También son normales los embarazos precoces, de 11 a 14 años, y les llama la atención cómo esas cifras no ponen en alerta al efector donde se atienden las niñas madres. Lograr atención médica tampoco es sencillo, ya que para llegar al San Martín, centro de salud del vecino barrio Santa Lucía, tienen que cruzar las vías y la prolongación de avenida Pellegrini.
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"Si la gente vive en la basura es muy difícil que tenga sentido de vida", dice Sergio Olguín, vecino del lugar.

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