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domingo,
11 de
junio de
2006 |
[Exploraciones]
En busca del talento perdido
Un grupo de editores extranjeros, especialistas en literatura latinoamericana, llegó a Rosario para contactarse con nuevos narradores
Lisi Smiles / La Capital
Todos viven a miles de kilómetros de Argentina, la mayoría de ellos reside en otro continente. Son lectores puntillosos, especialistas en descubrir nuevas tramas, atractivos mundos imaginarios y no tanto. Son editores y llegaron a Rosario para dialogar con colegas, escritores, libreros y periodistas. Si bien provienen de realidades editoriales diferentes, coinciden en valorar la literatura latinoamericana y en particular, la argentina.
Desean que ese nuevo mundo se incorpore a otros enclaves editoriales "como una manera de romper con la mirada única" anglosajona que hoy invade las estanterías del Primer Mundo. Más allá de los autores considerados como clásicos (Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato o Julio Cortázar), advierten que Ricardo Piglia y Juan José Saer ya se han instalado. Pero quieren más: "Nos interesan los narradores jóvenes". Y desean llegar a ellos de primera mano, sin tener que cruzar por el puente editorial que les tiende España.
"Ya vienen, es que se sienten atrapados por un maravilloso atardecer sobre el río", explica Gabriela Adamo, a cargo del grupo de editores, apenas pone un pie en el Centro Cultural Parque de España. Adamo pertenece a la Fundación TyPA (Teoría y Práctica de las Artes) que busca estimular la traducción y la publicación en el exterior de obras de autores argentinos, y fue la encargada de organizar el tour de los editores (ver aparte).
En otras ocasiones la agenda que deben cumplir estos editores se desarrolló sólo en Buenos Aires, pero en esta oportunidad se sumó Rosario. Hasta aquí llegaron Sinéad Mac Aodha (Dublin, Irlanda), de Ireland Literature Exchange (una agencia estatal que promueve la literatura irlandesa y los intercambios culturales); Heloisa Jahn, representante de Compannia das Letras (San Pablo, Brasil); Elisabeth Solberg, de editorial Cappelen (Oslo, Noruega); Silvia Schmid, de editorial DTV (Alemania); Lorenzo Ribaldi, editorial La Nova Frontiera (Roma, Italia), y Effi Yannopulu, traductora (Grecia), quienes dialogaron con Señales. También fueron de la partida editores de Inglaterra y México.
Con los ojos bien abiertos
Se los ve entusiasmados y algo de eso expresan. "En Roma yo dirijo una pequeña editorial que se ocupa sobre todo de traducir autores del español y portugués al italiano. Hasta ahora hemos publicado autores españoles y al querer empezar a mirar hacia Sudamérica, me pareció muy interesante venir aquí y conocer lo que se está haciendo ahora en Argentina. Y creo que tanto en Buenos Aires como en Rosario hay autores interesantes para un editor europeo. Esto, claro, aparte de los grandes que ya son conocidos, como es el caso de César Aira o Juan José Saer", dice el italiano Lorenzo Ribaldi.
Schmid, de Alemania, coincide con su colega romano y agrega: "Queremos establecer relaciones entre Europa y América latina sin tener que pasar por el puente de España; nos interesa entrar directamente, y a mí particularmente me entusiasma la literatura argentina, quizá porque es un país con una cercanía evidente con Europa".
Yannopulu pide la palabra para detallar el panorama en Grecia. Ella es traductora y advierte que en su país hay autores argentinos que entran dentro de la categoría de conocidos, como Borges, Cortázar o Sábato, "pero de los contemporáneos, de los jóvenes, hay muy pocas traducciones. Entre ellos, menciona a Ricardo Piglia, César Aira y Martín Caparrós. "En realidad, creo que no se conoce muy bien lo que pasa ahora en Argentina con respecto a la literatura. Por eso estoy aquí, quiero estar más cerca", asegura.
Pero si bien por estos lares la independencia de la Madre Patria se declamó en 1816, aún falta un trecho largo para que ocurra lo propio en el territorio editorial. "Esto es tan sólo el principio. Este programa, por ejemplo, es muy importante para lograrlo. Ya hace cuatro años que se lleva adelante y Alemania siempre participó", interviene Schmid con entusiasmo. La editora indica que esta relación, aunque incipiente, ya se empieza a notar en los catálogos e incluso "ha permitido que se descubran algunos escritores, hallazgo que no se hubiese logrado a través de España, porque allí estos autores no se han publicado".
Con la cadencia típica de la tierra del verde amarelo, interrumpe Heloisa Jahn (San Pablo). "En Brasil es distinto -aclara-, no se confunde la literatura de España con la de Latinoamérica". Pero no todas son rosas. Jahn admite que, de todos modos, en el caso de Brasil la literatura latinoamericana no tiene un mercado muy bueno. "Lo que ha cambiado es la conciencia, hoy se la reconoce como ligada a nuestra cultura. Hay un público, pero es muy pequeño, y no crece", se lamenta.
La relación entre la producción de calidad y el mercado editorial cruza el océano y también preocupa en Europa. Así lo expresa Lorenzo Ribaldi. "Nosotros todavía estamos fijados con los sectores del boom. Igual, algo está pasando. El panorama que se ve allá es que un escritor muy conocido aquí está recién llegando ahora a nuestro mercado", advierte. Luego se adentra en el caso argentino. "Es que Argentina no participó del realismo mágico, entonces su reconocimiento como productora de literatura cuesta más. Si uno le pregunta a un italiano o a un francés sobre Latinoamérica, siempre responde: «realismo mágico»".
Y para confirmar que el ombligo del mundo literario está lejos de este territorio, Sinéad Mac Aodha especifica que "en los países donde se habla inglés es peor, porque el mercado está dominado por los títulos ingleses, y es muy pequeña la cantidad de autores en español que se traducen. En Inglaterra y en Irlanda representan nada más que el 3 por ciento, casi nada".
Otros mundos
Entonces la pregunta inicial retorna. ¿Por qué decidieron viajar hacia la literatura argentina? "Es que creo que estamos un poco hartos de traducir libros con un argumento que no nos pertenece -explica el italiano Ribaldi, convertido en vocero del grupo-. Estamos dominados por la cultura norteamericana o anglosajona. En Europa es como que se olvida que existe otro mundo. Por eso venimos acá, para buscar algo más, algo distinto".
Desde Oslo, Elisabeth Solberg coincide con la descripción pero agrega que la misión en su territorio es un poco más complicada. "A ese mercado creo que tenemos que crearlo nosotros, para que así el mundo conozca nuevos autores, nuevas ideas". Opinión que refuerza Schmid al evaluar que la tarea consiste en "luchar contra la mirada única, y de esa manera asumir la labor de cualquier buen editor: darle a los lectores algo distinto".
Luego, el diálogo seguirá tras las pasos del lector único y las apreciaciones apuntan a la dificultad de identificarlo, pero las consideraciones señalan que la mayoría se inclina por libros de autoayuda. Una preferencia que a este grupo de editores les dibuja en sus rostros una sonrisa poco amable. Es que reivindican que sus editoriales salen en defensa de ciertos lectores, interesados por determinadas cuestiones estéticas, culturales y políticas. "Son los lectores que nos quedan", dice Schmid, y Jahn los reivindica: "Son los lectores de literatura y de ideas".
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Fotos
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La selección. El Centro Cultural Parque de España recibió a los editores.
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