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domingo,
11 de
junio de
2006 |
Folclore argentino
El día que la selección tiñó a Hamburgo de celeste y blanco
Hamburgo fue testigo de una jornada festiva inolvidable. El día amaneció con sol a pleno, con un cielo íntegramente celeste que se asociaba a la tonalidad que de a poco fue ganando las calles de una ciudad espectacular, habitada por 1.500.000 habitantes y bañada por el río Elba.
Las camisetas argentinas brotaron en cada esquina. El clima fue ganando en intensidad y “el que no salta es un inglés” se iba transformando en un grito de guerra que fue aumentando su carga de adrenalina cada vez que dos grupos se juntaban mezclando los colores celeste y blanco con los de diversos equipos de nuestro país.
Por todos lados se veían banderas nacionales, en algunos casos los más jóvenes se apuraban para pintarles inscripciones con sus nombres, otros sólo las agitaban, mientras se veían autos pintados de celeste y blanco y con calcomanías de los jugadores de la selección.
A las 18 se abrieron las puertas del gigante estadio techado con capacidad para 50 mil espectadores y sobre una cabecera se ubicaron, como en las canchas de Argentina, los hinchas albicelestes. Allí, las banderas decoraron el escenario y el folclore nacional copó la parada.
El final del cotejo se vivió con el “volveremos, volveremos, volveremos otra vez, volveremos a ser campeones, como en el 86”. Ese fue el himno que ocultó las macumbas de los africanos y que elevó el triunfo del equipo de José a la categoría de elemento esperanzador.
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Fotos
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Hinchas argentinos celebran en Hamburgo la victoria.
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