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domingo,
11 de
junio de
2006 |
Una actividad mal paga
que no resulta atractiva
La Escuela de Enfermería de la Universidad Nacional de Rosario tuvo este año 1.254 inscriptos. El número duplica los ingresantes que había hace seis años -cuando 558 jóvenes comenzaron las clases- pero ni siquiera llega a empatar la demanda que tiene la carrera de Medicina de la UNR, donde se anota un promedio de 3 mil personas cada año. "La situación debería ser al revés. Sin embargo, todavía las carreras tradicionales tienen un imaginario de prestigio social y bienestar económico que pesa a la hora de la elección", sostiene la decana de Medicina, Raquel Chiara.
El panorama no cambia en el ámbito de las universidades privadas. El Instituto Universitario Italiano de Rosario (Iunir) tiene cupos de 40 alumnos tanto para la carrera de Medicina como de Licenciatura en Enfermería. Y si bien en la primera la demanda es altamente superior, en la segunda "no se completan totalmente los cursos", advierte el secretario académico del instituto, Eugenio Lerro.
A esto hay que sumar otra particularidad que tienen los ingresantes a las licenciaturas donde, en una proporción importante, no son jóvenes egresados del secundario, sino enfermeros recibidos en una escuela terciaria que ya están trabajando y quieren mejorar su formación.
"Si bien en el mercado laboral hay mucha demanda, la carrera de enfermería no resulta atractiva para los jóvenes", reconoce la presidenta del Colegio de Profesionales en Enfermería de la zona sur, Nydia Caini. Y explica que la profesión "no tiene buena imagen".
Esto sucede, en parte, porque sólo se considera a los enfermeros como auxiliares sumisos de los médicos y, también, porque "los sueldos son muy bajos" y la carga de trabajo "es mucha".
"Entre los enfermeros no hay desempleados -remarca la presidenta del colegio- pero sí tenemos profesionales precarizados, con salarios bajos y muchísimo doble empleo".
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