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sábado,
10 de
junio de
2006 |
Muchas escuelas ya iniciaron distintas experiencias pedagógicas, basadas en el Campeonato de Fútbol de Alemania
El Mundial que se juega en las aulas
Los alumnos de 7º año de la Escuela San Francisco de Asís dicen que lo importante de todo esto es hablar de "la relación entre los chicos y el fútbol"
Marcela Isaías / La Capital
La nota comenzó con una charla informal, en la misma fecha en que los periodistas festejan su día. De a poco los más tímidos se volvieron los más preguntones y hacia el final del encuentro los entrevistados se convirtieron en entrevistadores. El tema central fue el Mundial en las aulas.
Sucede que para los chicos del 7º año de la EGB de la Escuela Nº1.316 San Francisco de Asís de Villa Gobernador Gálvez la práctica informativa no es un secreto: escriben su propio boletín y se proyectan hacia una radio escolar.
El boletín se llama "Ecos franciscanos", es mensual, de cuatro páginas, aunque ahora sacaron un número especial de 8 con motivo del campeonato de Alemania. Lo venden a 50 centavos y con lo recaudado vuelven a invertir en más boletines, el resto es para un viaje que preparan para septiembre.
Lejos de desesperanzarse por la falta de recursos, los chicos se arremangaron y le pusieron ganas a la escritura. Es que la escuela tiene 15 computadoras, de las cuales sólo dos funcionan: una es para trabajos administrativos y la otra para los 600 chicos que concurren a sus aulas.
Algo parecido sucede con el grabador. "Después del último robo nos quedó uno solo", dice Jorgelina Castro, la maestra del 7º año señalando justamente el que sostienen Fiorella y Amanda, ya preparadas para reunir información para un próximo número de "Ecos franciscanos".
Esa misma incursión por la escritura, búsqueda de información y publicación de lo que consideran relevante dar a conocer, permite que los chicos se contagien para hablar y opinar sobre el Mundial y su efecto en las aulas.
A decir verdad, la preocupación central está por saber si podrán verlo en la escuela. Algo que parece improbable porque sólo hay un televisor para todo el tercer ciclo que está por la mañana. "Podremos escuchar radio", propone como alternativa la maestra sin lograr convencer mucho a sus alumnos.
Igual mientras el Mundial aún no estaba en juego (y para cuando ya esté en rueda), los chicos empezaron con una experiencia que salta de los límites curriculares estrictos, que implica dar lugar a este fenómeno deportivo y cultural a las aulas.
Para todos
Sentado al final de la larga fila de mesas y sillas, Marcelo, uno de los estudiantes del 7º año, levanta la mano para decir que de todo esto que ahora tanto se discute en las esferas educativas sobre el Mundial y la escuela, lo más importante que hay que rescatar es "la relación de los chicos con el fútbol".
Enseguida Facundo agrega a este argumento que "hay que tener en cuenta que no a todos les gusta el fútbol, a mí por ejemplo -dice- también me gusta el rugby". Ezequiel es el que pretende llegar a otro punto de esta relación: "El fútbol provoca emociones y rivalidades. Y la rivalidad a veces es buena y en otras mala, como cuando aparece la violencia".
La mirada se vuelve al grupo de nenas del curso. Es Leandro el que advierte que la pregunta viene bien para conocer el lugar del público femenino en un juego monopolizado por los hombres: "No importa si son varones o mujeres cuando hablamos de fútbol, aquí vale el país".
Entonces Victoria recuerda que hay muchas mujeres que juegan al fútbol, entre las que se incluye. La nena, que se confiesa hincha de Boca, pide que cuando se hable del deporte que convoca al Mundial en Alemania, se haga en general y no sólo en referencia a los varones.
Pamela recordará a propósito de este pequeño debate que en una ocasión se armó un partido de fútbol entre chicas de distintas escuelas, algo que resultó una experiencia muy valiosa.
Jorgelina Castro, la maestra del grupo de 7º año, dice que el Mundial se integra en sus planes de trabajo a un proyecto de trabajo más amplio, basado en la oralidad y que se concreta con el boletín mensual y la radio. "Pensarlo así, de manera integrada, es más fácil", dice entonces para dar a entender que la pregunta de si hay que trabajar o no con el Mundial en la escuela está de más.
Enseguida junto a sus alumnos recuerda un sinnúmero de actividades que surgen del campeonato de Alemania. Hablan entonces de buscar en mapas, aprender sobre la geografía y la cultura.
Blas se suma a la charla. Tiene 12 años y dice que quiere aprender a arreglar televisores, el oficio de su papá. Para eso se queda varias horas con él con en su trabajo. Igual no descarta que con el tiempo llegue a ser abogado.
Pero por ahora es uno de lo más entusiasta defensores del boletín de su escuela. Dice que "es una buena idea para ir contando lo que pasa en el Mundial de Alemania, pero también para que esa información llegue a muchos chicos pobres que no tienen televisores".
En un encuentro realizado en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia (ver aparte), Blas no dudó en sentarse frente a más de 300 chicos de otros colegios y hacer un exhaustivo relato sobre cómo trabajan en el aula para confeccionar el boletín y hasta desafiar de por qué no puede llegar a ser mejor que el mismo diario LaCapital.
Recordó entonces que se incluyen temas como la historia de su escuela, de la Guerra de Malvinas, la vida de San Francisco, los jugadores de Argentina elegidos para el Mundial y conmemoraciones marianas de cada mes, entre otros. También un concurso sobre fútbol y mundiales.
Al final de la charla, llegó un rico chocolate para compartir. Según explicó la maestra era para festejar entre todos el Día del Periodista. Entre tazas y alfajores, Marcelo pidió que gane Argentina, Ezequiel siguió preguntando y preguntando, y se animó a proponer una nueva sección para los diarios dedicada al deporte sin exclusiones de género ni edades.
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Los chicos de Villa Gobernador Gálvez escriben un boletín, se preparan para una radio escolar y saltan de alegría cuando piensan que Argentina puede ser campeón.
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