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 domingo, 28 de mayo de 2006  
Divorcio: el fin de la pareja

La separación de una pareja, y más concretamente el divorcio, son momentos clave desde lo emocional porque implican el fin del sueño de una unión que se pensó para toda la vida y que, a menudo, representa la idea de felicidad.

Asimismo, cuando existen hijos de por medio, el proceso de duelo suele volverse más conflictivo al tener que conciliar los intereses de todos los involucrados, al mismo tiempo que resulta fundamental que los padres procuren brindar a los niños la contención adecuada. De acuerdo con un estudio realizado por profesionales de la Universidad de Lansing, Alemania, más allá de la inestabilidad que se viva en momento de la ruptura, lo más difícil para algunas personas es afrontar y superar el hecho de que su pareja terminó.

El divorcio tiene un efecto emocional muy complejo y ,según los investigadores, la dificultad está relacionada con que una separación altera la idea de felicidad a largo plazo. Esta sensación de abatimiento, e incluso de fracaso, suele extenderse desde el momento en que comienzan los problemas que desencadenarán la ruptura, hasta mucho después de concretado el divorcio. "La separación de una pareja es una causa de declive permanente en los niveles de felicidad, pues los protagonistas suelen sentirse mucho más abatidos y menos felices luego de un divorcio, que antes o durante su matrimonio", señaló el doctor Richard Lucas, principal autor del estudio.

El doctor José Eduardo Abadi, médico psiquiatra y psicoanalista, acotó que "en la ruptura de una pareja existen momentos afectivos distintos. La primera etapa cuando todavía no se produjo la separación, se define por las peleas; es un momento muy conflictivo en el cual la persona se está separando. La segunda etapa, que al igual que las otras es diferente en cada unión, suele desencadenar dos tipos de reacciones: una es la sensación de vacío, de tristeza e incertidumbre, la otra es más maníaca y tiene que ver con bruscos cambios físicos y con la búsqueda desesperada de nuevas parejas".

En cuanto a las diferencias entre los sexos, el doctor Abadi expresó que "si bien la reacción de tipo maníaca es más frecuente en los hombres, mientras que la sensación de pensar dónde estoy parada suele ser característica de las mujeres, hoy los roles están cambiados y lo que da la pauta es la interacción de cada pareja".

De acuerdo a las encuestas realizadas para el estudio, el doctor Lucas evaluó los cambios en las respuestas de satisfacción anuales comparándolas en tres períodos: los tres años posteriores al momento del casamiento, los dos años antes del divorcio, definidos por los investigadores como "período de reacción" y, finalmente, los dos años posteriores a la concreción de la separación determinado como "tiempo de adaptación", y señaló que "tal como se esperaba, las personas suelen manifestar una reducción profunda de su sentido de la felicidad durante el período de reacción que se da durante la separación. Lo llamativo fue que los hombres parecieron ser los más perjudicados".

Los investigadores concluyeron que, tal como se esperaba, los participantes manifestaron sentirse "menos felices" luego de la separación que antes. En este sentido, la sensación de alivio y las expectativas por el "comienzo de una nueva vida" aparecen, según los responsables de la experiencia, alrededor de los 5 años posteriores a la concreción de la ruptura. "Lo más difícil es el tercer momento en el cual es inevitable realizar una elaboración más madura sobre lo que está pasando. En esa instancia, van incorporándose cosas positivas para aprender de lo que ocurrió. Si bien en general uno se lamenta por lo que perdió, es bueno que eso se haga porque de esa forma las vivencias se transforman en experiencias, y sobreviene la elaboración y el duelo que permiten volver a mirar hacia adelante", concluyó el doctor Abadi.

Un estudio complementario realizado por investigadores de la Universidad de Alberta, Canadá, determinó que el fracaso de un matrimonio les causa más dolor e incertidumbre a los hijos de la pareja en los momentos previos a la separación que una vez concretado el divorcio.
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