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sábado,
22 de
abril de
2006 |
Asalto a un bombero
Trece días en un calabozo por una imputación sin evidencias
La investigación judicial por el ataque a un agente de policía, baleado por dos ladrones la madrugada del 8 de abril pasado, reveló dos situaciones injustas. La primera: dos personas que fueron testigos oculares del asalto estuvieron presas como sospechosas durante 13 días. La segunda: otras cuatro quedaron bajo la misma imputación por el solo hecho de ser familiares de uno de los imputados. Ayer, esas seis personas obtuvieron "falta de mérito" y ayer se aprestaban para recuperar la libertad.
Eso ocurrió luego de que el suboficial principal Carlos Almada, quien presta servicios en el Cuerpo de Bomberos Zapadores de la Unidad Regional II, concurriera a los Tribunales Provinciales para prestar declaración como testigo. Durante ese trámite, el policía brindó una versión de lo sucedido que dejó a seis personas fuera de toda discusión de culpabilidad.
No obstante, por ese hecho continúan detenidos un menor de 17 años y Daniel Quintana, de 20, apodado droga droga. Ambos fueron sindicados por otros testigos como los autores del asalto del que resultara víctima Almada. Eso ocurrió la noche del 7 de abril. Según fuentes policiales, el agente vestía de civil y había salido de su casa para tomar un colectivo que lo llevara hasta el cuartel general de los Bomberos Zapadores.
Cuando Almada estaba en la esquina de Felipe Moré y Garay, dos delincuentes lo asaltaron. El policía se identificó como tal, desenfundó su arma reglamentaria y se produjo un tiroteo. El agente recibió un tiro en el abdomen, pero alcanzó a herir a uno de los maleantes. La actuación realizada por la policía derivó en la detención de un chico de 17 años y de su presunto cómplice, Daniel Quintana. A este último lo arrestaron a poco de ingresar herido con un balazo en el Hospital Clemente Alvarez.
Pero el cerco policial se extendió hacia unos familiares y allegados de Quintana. Los primeros en caer detenidos fueron Carlos Carrasco y Fernando Vallejos, quienes lo habían llevado hasta el hospital, sin saber en qué circunstancias había sido herido. Ambos quedaron presos desde ese mismo momento. Luego los investigadores llegaron hasta otro familiar del menor detenido, a quien le imputaron encubrimiento.
Sólo por estar ahí
Pero lo más insólito de la redada policial fue el arresto preventivo de dos testigos de apellidos Vera y Nogueras, quienes a pesar haber declarado lo que sabían se comieron el garrón de estar 13 días presos. Esos dos muchachos estaban a metros de Felipe Moré y Garay cuando oyeron el tiroteo. Al aproximarse, según contaron sus abogados defensores Hernán Tasada y Juan Ubiedo, "vieron con claridad cómo un hombre joven se llevaba a la rastra a otro, visiblemente herido, y cómo otro individuo permanecía herido en la calle".
"Nuestros clientes, al principio, no se acercaron porque no sabían que se trataba de un policía herido. El hombre estaba de civil y tenía un arma en la mano. Vera y Nogueras no sabían quién era el herido. Al aproximarse se dieron cuenta de que era una víctima e incluso se ofrecieron para llamar a una ambulancia, pero el policía les anunció que lo haría desde su celular", contaron los profesionales.
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