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sábado,
22 de
abril de
2006 |
Polémico control médico
de un condenado a muerte
mediante inyección letal
Raleigh, EEUU. - Un estadounidense fue ejecutado ayer con una inyección letal y su agonía fue supervisada por un equipo médico que empleó una máquina para asegurar que no sufría un dolor indebido, un proceso que ha provocado dudas éticas sobre la vigilancia médica de la ejecuciones.
La muerte de Willie Brown, de 61 años, fue anunciada por el alcalde Marvin Polk, de la prisión central del estado de Carolina del Norte, dijo el portavoz Keith Acree. Brown fue condenado a muerte por el asesinato en 1983 de un empleada de una tienda tras un robo.
En medio de un incremento de la vigilancia de las ejecuciones mediante inyección letal en todo el territorio estadounidense, un médico y una enfermera autorizada -que habitualmente supervisan las ejecuciones en Carolina del Norte- emplearon un monitor de ondas cerebrales para determinar si Brown estaba inconsciente antes de que se le suministraran los fármacos que paralizan el corazón.
Se cree que la ejecución de Brown fue la primera en EEUU en la que se utiliza el dispositivo. Las autoridades estatales compraron el aparato después de que un juez ordenara que se llevaran a cabo las actuaciones necesarias para que Brown no sintiera dolor. En otros Estados como Florida o California, las ejecuciones se han retrasado mientras los tribunales sopesan si las inyecciones letales causan un dolor excesivo. El proceso de Carolina del Norte ha planteado dudas éticas sobre el médico y la enfermera que vigilaban la máquina desde una sala de observación cerca de la cámara de la muerte.
Dolor excesivo
El código ético de la asociación médica estadounidense prohíbe a los médicos participar en ejecuciones y considera que la vigilancia con un dispositivo de ondas cerebrales depende de las habilidades médicas y su experiencia y, por lo tanto, está prohibido.
"El uso de una habilidad clínica médica y su juicio para propósitos que no sean promover la salud y bienestar individual mina el fundamento básico ético de la medicina: primero, no hacer daño", dijo la doctora Priscilla Ray, jefe del Consejo sobre Etica y Asuntos Judiciales de la asociación. Brown fue sentenciado a muerte en 1983, por el asesinato de Vallerie Ann Roberson Dixon. Fue condenado además a 40 años de prisión por robo a mano armada.
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